Mauricio Chereque

Pocos futbolistas peruanos pueden denominarse ídolos. Están los que llegaron a la vejez y se ganaron un rincón en el corazón de todos los peruanos por lo hecho en la selección, como Héctor Chumpitaz y Teófilo Cubillas, los que se fueron demasiado pronto y no pudieron terminar de explotar todo su potencial, como el ‘potrillo’ Escobar o Sandro Baylón, los que escogieron mal el camino y empañaron una trayectoria a la que su talento parecía destinado, como ‘Kukín’ Flores, y después está el caso de , el ‘Depredador’.

Nacido hace 40 años, un mes y unas cuantas semanas, Guerrero no solo ha sido un futbolista, ha sido un personaje público que desde muy joven dio que hablar por sus goles en el Bayern de Múnich y también por la relación e importancia que tuvo y tiene su madre doña Peta Gonzales en su vida.

Y es que doña Peta por su hijo siempre ha puesto las manos al fuego y en más de una oportunidad se le ha pasado la mano. Desde cuando denunció a Magaly Medina por difamación y decirle que “se atenga a las consecuencias” –como se recuerda, la periodista de espectáculos cumplió prisión efectiva por algunos meses debido a dicho proceso– hasta cuando acusó a Claudio Pizarro –excompañero de Guerrero en el Bayern y en la selección– y a su padre de estar detrás del caso de doping positivo por el que casi queda fuera de la Copa del Mundo del 2018, la madre del 9 de la selección ha mantenido una protección irracional para su hijo que, pese a sus cuatro décadas, sigue involucrándola en cada una de las decisiones que toma.

En estos días, todo peruano de a pie ya está informado sobre lo que ha ocurrido: Guerrero firmó con la Universidad César Vallejo () a cargo de Richard Acuña y el mismo día su madre comenzó a recibir amenazas de presuntos extorsionadores. Guerrero, según él mismo relató en un comunicado, consultó con Christian Cueva por “el amigo del amigo de su amigo” para ver si podía entablar un diálogo con los malhechores y no lo logró.

A la par, el delantero continuaba entrenando en las playas de Río de Janeiro y se suponía que debía llegar a Trujillo la semana pasada, pero no llegó. Coincidentemente luego de la derrota de Alianza Lima en el clásico contra Universitario de Deportes, el periodista deportivo Franco Lostanau lanzó una bomba que se convirtió en una novela que los peruanos llevamos 11 días viviendo: Guerrero no quería jugar más en la UCV.

Hasta aquí, podemos entender que la cobertura mediática del caso se haya centrado en la preocupación de Guerrero por su seguridad y la de su familia –a nadie le gustaría estar en dicha situación–. Pero lejos de llegar a un acuerdo razonable, el delantero simplemente quería desconocer un contrato, rescindir porque sí e incluso amenazó con colgar los botines responsabilizando a los Acuña.

Sin embargo, Guerrero reculó y –con entrevista en señal abierta a Doña Peta de por medio en la que la entrevistadora la calificó como “la mamá del Perú”– al final aceptó jugar en el club trujillano luego de tres reuniones –una de estas tuvo la particularidad de que contó con la participación del presidente de la UCV, Guerrero, su abogado, su actual novia, su madre y su hermano, el exfutbolista Julio ‘Coyote’ Rivera–.

Ese debió haber sido el final de la novela. Con ello, todos los peruanos deberíamos haber concluido con algo que puede ser catalogado como uno de los más grandes berrinches del fútbol peruano, pero, lamentablemente, no ha sido así.

Los medios no se resistieron a dejar de cubrir los entretelones de la llegada de Paolo Guerrero a Trujillo, la trayectoria de su vuelo, el carro que le brindaron, los distritos por los que paseó, la comida que almorzó, el piso del restaurante en el que almorzó, con quiénes almorzó, las camisetas que firmó, la demora al llegar al campo de entrenamiento, la primera práctica con sus compañeros, el primer abrazo con su nuevo entrenador y sus compañeros, etc.

Todo en una cobertura multiplataforma de más de 10 horas como si se tratara de la visita del presidente estadounidense Joe Biden a la Cumbre APEC –que, a propósito, se celebrará en nuestro país en algunos meses–, pero se trataba de un delantero de 40 años que no pudo rescindir su contrato y jugará una de sus últimas temporadas como profesional en el norte del país, pese a que no quería hacerlo. Parece ser que algunos colegas no recuerdan las palabras del entrenador italiano Arrigo Sacchi cuando dijo que “el fútbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes”.

Y es que, mientras tanto, las importantes, aquellas que hablan de un asesinato a sangre fría de una mujer de 18 años en Chosica, la extorsión al dueño de una cadena de pollerías en Chiclayo, la renuncia de un miembro de la JNJ y las razones detrás de esta, la negativa de la Municipalidad de Lima para habilitar rutas alternas al peaje de Puente Piedra, las lluvias en Piura y la poca prevención, la falta de infraestructura escolar, entre otras, pasan a un segundo plano.

Porque Paolo es Paolo y la noticia vende. El ‘Depredador’ ha vuelto a serlo, pero ya no del gol, sino de las noticias importantes.

Mauricio Chereque es literato y periodista

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