José Carlos Requena

En los hechos, la campaña electoral del 2026 ya empezó. Es un inicio temprano si se considera que falta algo más de 21 meses para el día de los comicios. De lo visto hasta ahora, no existe sorpresa. Las principales agitaciones provendrán del calendario y de los momentos en que algún despegue o se consolide.

Mayor certeza encontramos, en cambio, en las características que tendrán los comicios. Un término ubicuo en los comentarios más lúcidos: fragmentación. Una clara muestra de ello es el alto número de agrupaciones políticas habilitadas para presentar candidatos.

La exacerbación del antivoto de las últimas elecciones ha dado la impresión de que el país tiene extremos que se turnan. Pero lo cierto es que esos extremos parecen tan efímeros que hoy casi han desaparecido como agrupación política.

Por ello, está en lo cierto Alfredo Torres cuando precisa que “el Perú no está políticamente polarizado, sino fragmentado” (”Perú 21″, 23/6/2024). No obstante, como argumenta el mismo autor, el sistema peruano “lleva a la polarización” y hay partidos que se benefician de ella. “Es el caso de yconcluye.

En sentido similar, Carlos Meléndez pronostica que, al margen del rostro, un Fujimori podría estar en segunda vuelta si se mantienen las condiciones actuales. Para Meléndez, el fujimorismo “tiene caudal suficiente en un escenario de fragmentación para poder pasar a segunda vuelta” (“Trome”, 23/6/2024).

Los comentarios se centran en la competencia a la presidencia, aunque no debe perderse de vista que esta misma fragmentación se reproduce en el . En el 2021, diez agrupaciones (de 18 en contienda) lograron escaños. En el 2026, la cifra podría ser la misma.

A nivel parlamentario, la fragmentación es una característica asentada. A las nueve bancadas que iniciaron la gestión congresal (el Partido Morado tuvo que sumarse, al inicio, a Somos Perú), hoy le suceden 12. Sin contar, además, a las bancadas efímeras.

Por otro lado, la evolución cuantitativa de los grupos parlamentarios no ha sido menor. La mayor bancada (Perú Libre, 37) hoy tiene menos de un tercio de sus congresistas (11). Hay, además, bancadas que han más que duplicado su tamaño inicial: Podemos Perú y Juntos por el Perú (de cinco a 11, en ambos casos).

Podría creerse que con la fragmentación es difícil llegar a acuerdos. Pero este Congreso ha alcanzado votaciones importantes, muchas para consolidar estropicios. Con la atomización y la volatilidad de los grupos parlamentarios, parece haber más espacio para acuerdos bajo la mesa.

Así pues, la fragmentación pareciera tener consecuencias que deben ponderarse antes, durante y después del proceso electoral: polariza la elección al Ejecutivo e incentiva acuerdos no santos en la esfera congresal. Es la suma de todos los males.


*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

José Carlos Requena es Analista político y socio de la consultora Público