Santiago Pedraglio

El mundo, al menos el que se denomina “occidental”, atraviesa por una crisis de sentidos comunes políticos que va bastante más allá de una crisis política. Lo último que alborota el avispero es la victoria del “anarcocapitalista”, pero sobre todo ultraconservador, en la preselección de candidatos presidenciales de .

Milei ha resultado el más votado en las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias conocidas en Argentina, por siglación, como las . Su discurso se centra en la crítica a la “casta”, incluidos el peronismo y la derecha del exprimer mandatario Mauricio Macri, también expresidente del equipo de fútbol Boca Juniors. Otro punto central de su discurso es el desmantelamiento del Estado.

Milei obtuvo la mayor cantidad de votos en las PASO: el 30% con La Libertad Avanza, mientras que Juntos por el Cambio, con su principal candidata, Patricia Bullrich –la derecha macrista–, recibió el 28%; y Sergio Massa, con Unión por la Patria –el peronismo–, el 27%. A pesar de la victoria de Milei en las primarias, el resultado de las generales, que se llevarán a cabo el 22 de octubre de este año, sigue siendo incierto. En estas cuestiones, no siempre dos más dos es cuatro; el asunto es más fino que eso.

Las recientes elecciones españolas muestran cómo se puede modificar el voto en solo unas semanas. La derecha, representada por el Partido Popular (PP) y por Vox –de extrema derecha–, ganó la mayor parte de las jurisdicciones en los comicios regionales y municipales (28/5/2023). Sin embargo, en la elección de congresistas (23/7/2023), si bien el PP obtuvo la primera mayoría, Vox sufrió una caída bastante brusca. Esto impide, ahora, que puedan constituir gobierno, pues no alcanzan los votos suficientes (en España, de régimen parlamentarista, al primer ministro lo elige el Congreso).

El “populismo” de nuevo tipo, estos llamados ‘outsiders’ de derecha –pero los hay de izquierda, así como latinoamericanos, norteamericanos y europeos–, cuestionan, a su particular manera, el matrimonio, hasta hace poco incontrovertible, entre capitalismo y democracia representativa. Cuestionan también a los grupos políticos dominantes, llamándolos “casta”, “oligarquía”, “partidocracia”, “lobbistas” o “burocracia estatal”, entre otros calificativos.

¿Cuál es el origen de estos movimientos contestatarios de derecha y de izquierda? La profunda crisis del mito de la democracia representativa: se la percibe excluyente, en lo social, lo político y lo económico.

Como respuesta, los populismos de derecha promueven un nacionalismo desconfiado de la globalización económica y política (Milei acaba de declarar que rompería relaciones con China y Brasil por ser “comunistas”). Se inclinan por regímenes autoritarios y abogan por los derechos individuales frente al Estado, pero son contrarios a la unión de parejas del mismo sexo y a la organización gremial de los trabajadores. Incluso hay quienes promueven un tradicionalista tutelaje religioso y militar.

Por el contrario, los populismos de izquierda abogan por una mayor injerencia del Estado en favor de la regulación del mercado. Son partidarios de agresivas políticas redistributivas y algunos se inclinan por un claro autoritarismo desde el gobierno. Entre ellos hay, no obstante, diferencias marcadas: unos respaldan derechos individuales, como los del movimiento LGTB, y la lucha contra el cambio climático; mientras que otros se oponen abiertamente a cualquier medida progresista en este sentido.

En el Perú, por haber una sociedad predominantemente informal y con florecientes negocios ilegales, la crisis política tiene características propias. Los desafíos, más que vinculados al riesgo del inminente surgimiento de un caudillo autocrático, tienen que ver con la defensa de las instituciones del Estado ante la filtración de lo informal –o lo ilegal– por las fisuras de un régimen democrático debilitado y carente de legitimidad.


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Santiago Pedraglio es sociólogo