Han transcurrido más de cinco años desde que asumí el cargo de embajador del Perú en Chile, durante los cuales realizamos un esfuerzo inédito para consolidar la relación bilateral, teniendo como telón de fondo la controversia jurídica sobre límites marítimos. En ese marco, el desarrollo de las relaciones bilaterales constituyó un enorme desafío en los planos político y diplomático, en tanto el proceso en la Corte de la Haya se desenvolvía con fuerza y pasión. Esta dinámica de generación de confianza demandó un conjunto de iniciativas desplegadas desde las esferas públicas y privadas para encarar la delicada situación dentro de un contexto que no perdiese de vista los intereses y retos comunes inherentes a nuestra condición de países hermanados por un pasado y futuro común de vecindad.
Diversos sectores de la sociedad civil de los dos países reaccionaron de manera pro-activa abriendo innovadores canales de diálogo y reflexión. A partir de marzo de 2010 se desplegó una rica agenda de trabajo y diálogo. Medios de prensa, autoridades fronterizas, FFAA, dignatarios eclesiásticos, intelectuales, académicos, empresarios y artistas participaron en múltiples encuentros.
El comercio e inversiones crecieron sostenidamente, impulsados por el TLC y el creativo apoyo del Consejo Empresarial. Hoy nuestras bolsas de valores están integradas, los emprendimientos conjuntos aumentan y se multiplican las oportunidades de negocios para pequeñas, medianas y grandes empresas. La Alianza del Pacifico ha contribuido con un impulso novedoso al promover conjuntamente con Chile, Colombia y México una mayor apertura de nuestras economías y una proyección concertada hacia el Asia Pacifico.
La intensificación de la relación económica viene acompañada de la creciente relevancia de la comunidad peruana, que supera las 150,000 personas, la más numerosa colectividad extranjera en Chile. Sus aportes laborales y culturales, que destaqué y promoví durante mi gestión, ya están impresos en la vida cotidiana de la sociedad chilena. Crece una nueva generación de ciudadanos, que son peruanos y también chilenos, que disfrutarán de un clima de entendimiento e integración creciente. Tacna y Arica se ubican a la vanguardia de ese proceso y constituyen ejemplos que iluminan el camino que debemos transitar en el futuro.
Los gobiernos han respondido a la dinámica integradora impulsada por el comercio, la inversión, la migración y el diálogo de las instancias privadas. Los mecanismos bilaterales se encuentran en plena actividad y encaran retos comunes. La cooperación se verifica en los planos vecinal, regional y multilateral. A modo de ilustración, la celebración el año pasado del Consejo de Integración Social (CIS) reunió en Santiago a 12 Ministros de Estado del área social de ambos países.
Estos esfuerzos de entendimiento vieron sus frutos con el inmediato acatamiento del fallo de la Corte y su pronta ejecución, con la suscripción en Lima, en marzo pasado, del Acta que incluye la demarcación de los límites marítimos entre los dos países. Es grato verificar que ambos pueblos acompañaron con madurez esta decisión.
El próximo 28 de julio me corresponderá en Santiago el último acto oficial de mi gestión, con la satisfacción del deber cumplido y la ansiedad de que siempre se pudo hacer más y mejor. Aun así, tengo la convicción que las relaciones entre los dos países quedan consolidadas y encaminadas hacia una nueva y renovada etapa de mayor integración, entendimiento y confianza.