Ningún país ha logrado llegar al desarrollo sin priorizar la educación. Para lograr construir sistemas de educación exitosos, estos deben estar en constante mejora y centrados en brindar las mismas oportunidades para todos los estudiantes. Esta es la única manera de lograr construir un país con equidad y cohesión social.
En el Perú abandonamos la educación. La delegamos fuera de lo importante. La marcada segregación social que existe en nuestro país hace que los niños de distintos estratos socioeconómicos no se mezclen. Y, como la clase dirigente del país envía sus hijos a los exclusivos colegios privados, dejamos de lado la discusión y la priorización de la educación pública. La pobreza de aprendizaje es un indicador que mide el porcentaje de niños que no pueden leer y comprender un texto simple a los 10 años. Se calcula que cuatro de cada cinco niños latinoamericanos sufren de pobreza de aprendizaje. En el Perú, solo 19 de cada 100 chicos de segundo de secundaria entienden lo que lee, y solo el 12% puede resolver problemas matemáticos. En zonas rurales es aún más dramático: solo cuatro de cada 100 tienen resultados satisfactorios en matemáticas. Los aprendizajes perdidos no son recuperados y esos niños ven frustrado su futuro.
¿Qué posibilidades de competir tiene una persona que estudió en un colegio público en Maraycasa en Arequipa junto con una que estudió en el Markham? Seamos sinceros: ninguna. Y esto debería ser inaceptable.
El aprendizaje de los niños depende de la calidad de los maestros; por eso, la reforma educativa buscaba revalorar la función del maestro, capacitarlos y redefinir el importante rol del director del colegio. Pero, más aún, según la OCDE, el Perú es uno de los países donde el nivel socioeconómico del alumno tiene más impacto en su rendimiento escolar. Existe una clara desigualdad en las oportunidades a las que tienen acceso los niños dependiendo de su lugar de origen, lengua, nivel socioeconómico y educativo de sus padres. De hecho, un niño cuya lengua materna es nativa tiene un 36% más de probabilidades de ser pobre que si su lengua materna es el castellano.
La desigualdad en la infraestructura educativa ha sido identificada como un factor que promueve la desigualdad socioeconómica. Así, un estudiante del NSE A/B obtendrá mejores resultados no solo porque pertenece a dicho estrato, sino porque el colegio tendrá un impacto positivo. Mientras que, en el caso de los alumnos de los NSE más bajos, ocurrirá lo opuesto: no solo tienen el problema del efecto negativo de su condición socioeconómica, sino que las características de su escuela los perjudican. En países como el Perú, la infraestructura educativa tiene especial impacto en el rendimiento escolar. Vale recordar que solo el 13% de los colegios públicos tiene acceso a los cuatro servicios básicos: electricidad, agua, saneamiento e Internet.
El activo más importante de un país es el capital humano (las personas). Mientras menor educación tengan, menores serán las posibilidades de lograr un trabajo que les permita escapar de la pobreza. Lo que tiene, a su vez, un impacto directo en el desarrollo económico del país, ya que la productividad será menor porque los trabajadores no tendrán las habilidades necesarias para que el país sea más competitivo. Sin un aumento en la productividad, no es posible sostener el crecimiento económico. Por ello, la única forma de hacer sostenible el país, tal y como señala Jaime Saavedra en el libro que da título a este artículo, es a través de la inversión en educación, salud y nutrición.
Pero las inversiones en educación no dan fruto en el corto plazo y suelen ser costosas políticamente. El Perú perdió una oportunidad inigualable cuando en el 2016 Pedro Pablo Kuczynski ganó las elecciones y el fujimorismo logró la mayoría parlamentaria. Pudimos haber transformado el Perú. Pero la reforma de la educación iniciada durante Ollanta Humala y que sería continuada con Kuczynski se frustró cuando se puso los intereses políticos por delante del futuro del país. Y los peruanos nos quedamos callados. Sin educación de calidad para todos los niños, el Perú no será viable. Necesitamos blindar la educación de los intereses políticos y mercantilistas que atentan contra el desarrollo del país. Tenemos que actuar.