Hace unos días estuvo en Lima Luis Felipe Delgado-Aparicio, peruano y físico nuclear de la Universidad de Princeton que está haciendo historia. Luis Felipe, con un grupo de los mejores físicos nucleares del mundo, están intentando crear un sol en la tierra a través de la fusión nuclear utilizando agua de mar. La fusión nuclear es una alternativa para el desafío energético del mundo. Energía limpia y renovable que permita que más personas puedan acceder a electricidad. Al hacerlo se mejoran las condiciones de vida de las personas, calentando hogares, reduciendo la contaminación, aumentando la seguridad de las ciudades y reduciendo tasas de criminalidad.
Acceder a energía es esencial para reducir pobreza y desarrollar negocios e industrias que generen trabajo, crecimiento económico y bienestar. Según los cálculos de Luis Felipe, en 10 años aproximadamente el mundo ya podría contar con centrales de energía nuclear. Y el Perú podría, y debería, aprovechar la oportunidad. Para lograrlo no es suficiente tener la suerte de que Luis Felipe sea peruano.
Para lograr el desarrollo, los países requieren de un Estado que promueva activamente la inversión privada. Para ello es necesario definir un plan de desarrollo estratégico. Tener una visión de país que nos permita identificar cuáles son las ventajas competitivas del territorio y qué sectores e inversiones se deben de promover y generar un marco regulatorio que acompañe e incentive ese desarrollo. Que la presidenta diga en un foro internacional que en el Perú la inversión extranjera es bienvenida no es suficiente.
El Perú es un país cuya economía se ha desarrollado de manera desordenada. Sin políticas públicas ni una visión que guíe el desarrollo. Con avances y retrocesos. Hemos crecido como las ciudades de nuestro país, sin ningún tipo de planificación. La economía se ha desarrollado a punta del esfuerzo aislado y en solitario de empresarios que vieron oportunidades y empujaron el desarrollo en sus sectores. Y en muchos casos sobre la base del mercantilismo. La falta de una visión de desarrollo nos impide aprovechar las ventajas que tenemos.
La principal actividad económica del país es la minería, genera el 14% del PBI y representa el 60% de las exportaciones totales. Pero en pleno superciclo de precios internacionales de los metales, el Perú fue desplazado como segundo productor de cobre del mundo. Y es probable que sigamos cayendo porque no estamos impulsando proyectos nuevos, ya que no tenemos una política de desarrollo del sector minero ni tampoco una visión del país que queremos construir. Pero está en nuestras manos poder cambiarlo. Necesitamos que el sector privado, la academia y el Estado trabajen juntos para desarrollar e impulsar el plan de desarrollo estratégico para el Perú, que vaya más allá de un gobierno. Uno de estos debería ser el desarrollo de la generación de energía limpia, como la que se generará a través de la fusión nuclear. Un plan que nos permita ir más allá de ser exportadores de materia prima y nos convierta en un país con más industrias que impulsen el desarrollo. Tenemos los minerales que se requieren, necesitamos crear una masa crítica de científicos y las políticas adecuadas.