(Ilustración: Giovanni Tazza)
(Ilustración: Giovanni Tazza)
Hugo Neira

La presente crónica se ocupa, escuetamente, de autores peruanos que reflexionan ante la situación presente. Pero primero debo abordar un concepto muy al uso, el de la ideología. El término, propuesto por Destutt de Tracy en 1796 –ciencia de las ideas–, ha tomado un sentido peyorativo. Paradójicamente, fue el propio Marx y su amigo Engels, cuando jóvenes, en el célebre encuentro en Bruselas, al redactar el feroz texto contra los intelectuales alemanes de su tiempo, que titularon “La ideología alemana”. Destrozaban los argumentos de Feuerbach y de los jóvenes hegelianos Bruno Bauer y Stirner. La calificaron como “falsa conciencia”. Ilusión o expresión de intereses materiales. Decirle a Marx ideólogo era insultarlo.

No todo lo que se escribe sobre el Perú actual es ideológico. He aquí tres peruanos, en un orden sin prevalencia. Francisco Durand, desde la Universidad de Texas, el intitulado de uno de sus libros lo dice todo. “Riqueza económica y pobreza política: Reflexiones sobre las élites del poder en un país inestable”. Ya Basadre insistía en el riesgo de élites irresponsables. Lo de Durand envuelve a empresarios y a políticos. En otro de sus libros, describe la economía peruana, no como una, sino tres: la formal, la informal y la delincuencial. Y ante el neoliberalismo, considera que el Perú no ha hecho sino entrar a una etapa de neosubdesarrollo, con consumo masivo.

Crítico y libre, Juan Paredes, con “La presidencia ficticia”. Cierto, artículos publicados en este Diario. Pero nadie me ha pedido estas líneas. Libremente digo que es la historia inmediata, Fujimori, Toledo, García, Humala. Y actualidad, periodismo y resúmenes admirables. Sobre la presidencia de Toledo: “llegado al poder más con el impulso del antifujimorismo en las calles que con la fortaleza de su propio partido en las ánforas, mantuvo a velocidad de crucero la economía y la democracia. Lamentablemente, descuidó su gestión presidencial directa”. Reflexiona también sobre García y Humala.

El tercero es Jaime de Althaus. “La promesa de la democracia: Marchas y contramarchas del sistema político en el Perú”. La obra es del 2011, pero una premonición. No está seguro de que el país se disponga a una forma autoritaria. Pero tampoco “a una democracia sólida y estable”. El lector hallará una serie de cuestiones que interrogan tanto al Estado como a la sociedad misma.

¿La inestabilidad es nuestra regla? Por una vez, pensadores que practican una virtud: la sinceridad. Claro está, nadie puede ser del todo objetivo, pero al menos lo intentan. ¿En beneficio de quién? No de un gobierno o alguna ideología, sino de eso que se llama el “bien común”. ¡Y el lector!

Los citados no son los únicos librepensadores, hay otros, pero siempre minoritarios.

Debo concluir. “Las ciencias del Hombre”, desde los inicios, con Max Weber, establecen una regla moral y profesional. Para el científico social, la obligación de la neutralidad axiológica. Tanto en lo escrito como en la cátedra. De ahí la “comprensión” weberiana de los hechos, y solo después, juicios de valores. Digámoslo de un tirón: la sociología no es una ciencia auxiliar ni del marxismo o el liberalismo. Cierto, es difícil escapar a imágenes, mitos, a representaciones subjetivas de una sociedad. El adversario de la razón, en los temas peruanos, no son tanto las ideologías políticas, las cuales al final se autodestruyen. El caso de SL. Lo peor es el pensamiento mágico. La tendencia al encantamiento de hechizos y de Inkarrís, todo menos la purulenta realidad. Una manera de huir. Una droga intelectual, Perú mágico.