Paola Villar S.

La crítica situación en la que se encuentra no puede perderse de vista. Hace una semana, la empresa estatal sufrió una nueva rebaja en la calificación de su deuda por Fitch Ratings, la quinta en menos de tres años, posicionándose al nivel de compañías globales que están muy cercanas al ‘default’ y reafirmando las críticas que la petrolera recibe –con justa razón– de la gran mayoría de economistas de este país (muchos de los que escriben en estas páginas).

La decisión de Fitch se suma a los gravísimos problemas corporativos y económicos con los que ya carga la petrolera (que se acentuaron, vale decirlo, desde que se inició la construcción de la refinería de Talara), y, como podemos imaginar, implicará mayores gastos respecto a los que ya ha asumido el Estado con dinero de todos los peruanos.

Fitch hizo pública esta decisión pese a que el MEF aseguró brindar “soporte económico y financiero” a Petro-Perú, un aspecto clave en el proceso de evaluación que realiza cualquier agencia crediticia sobre empresas estatales. Sin apoyo o respaldo financiero del Estado, Petro-Perú no sería más que un (caro) recuerdo. Pero, a estas alturas del partido, es incuestionable que para Fitch las palabras del MEF pesan poco frente a los hechos. La posición de la agencia no cambiará si no se materializa un apoyo constante y sonante para la petrolera peruana (un escenario cada vez más complejo para el país, frente a una caja fiscal que ya no puede darse esos lujos y que debería responder a problemas más grandes).

Lo seguro es que el Estado apoyará a Petro-Perú tan pronto como lo necesite, ya que no hacerlo puede poner las necesidades financieras del país en riesgo: aunque la vinculación de la petrolera a la calificación del Perú es menor que la que tienen otras empresas nacionales de petróleo y gas en la región, Fitch sí consideró que un incumplimiento financiero por parte de la estatal afectará el acceso o costo de financiación para el Gobierno Peruano; un evento al que difícilmente se expondría el MEF.

Aun así, ¿cómo no criticar y juzgar ese apoyo ante la situación lamentable en la que se encuentra la empresa? Petro-Perú está con la soga al cuello gracias a la tremenda deuda financiera que arrastra y que solo seguirá incrementando con el pasar de los años, a medida que se acumulen los intereses financieros. En un reciente análisis, Cómex-Perú apuntaba que la deuda de Petro-Perú asciende a US$8.532 millones, mientras que Fitch ha enfatizado que el flujo de caja de la estatal es de apenas US$81 millones. Cifras de terror.

Hay avances y acciones que se han tomado para mejorar la situación de Petro-Perú, especialmente por parte del directorio actual, que ha recomendado una gestión privada para la estatal (una propuesta que sigue siendo evaluada) y ha transparentado las pésimas condiciones financieras en las que la compañía se encuentra. Pero nada de esto será suficiente si la refinería de Talara, afectada por nuevos problemas, no vuelve a operar al 100%. Y sobre eso hay más dudas que respuestas.

Como escribió Vallejo: “Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo”.

Paola Villar S. es productora editorial y periodista