Todos los años, la revista “Elle” organiza el evento Women in Hollywood –Mujeres en Hollywood– para –como cabe suponer– poner en relieve el trabajo de actrices, directoras, guionistas y demás elementos femeninos que intervienen en la industria del espectáculo. En cada edición, la ceremonia le rinde homenaje a una personalidad del séptimo arte, y en esta ocasión la elegida fue la actriz y productora Jennifer Garner.
En su discurso de agradecimiento por esta distinción, la protagonista de la serie “Alias” habló largo y tendido sobre el sexismo imperante tanto en el mundo del entretenimiento como en los medios de comunicación. Para ilustrar la diferencia de trato que reciben hombres y mujeres, Garner recordó una ocasión en la que ella y su esposo, el también actor Ben Affleck, conversaban en casa luego de un largo día de entrevistas promocionales y se pusieron a comparar las preguntas que les habían formulado los periodistas: mientras que a ella todos le habían preguntado cómo se las arreglaba para compaginar la actuación con el cuidado de sus (tres) hijos, a él no solo nadie le había mencionado el tema (pese a que es padre de esos mismos tres hijos), sino que la pregunta recurrente que le hicieron fue: “¿Y qué tal las tetas de tu nueva coprotagonista?” (Emily Ratajkowski, en la película “Perdida”).
En efecto, para nadie es un secreto que el ‘show business’ y la prensa suelen encasillar a las mujeres en un par de roles muy específicos. El de madre es uno de ellos. El de persona dotada de buenas tetas/nalgas o de un bello rostro es otro.
Precisamente, en ese mismo evento, otra actriz se robó toda la atención que debería haber recibido el reflexivo ‘speech’ de Garner. Sin necesidad de articular ni una sola palabra, Renée Zelwegger copó los titulares de la semana por su flagrante incapacidad para cumplir con el papel que se le ha asignado: ser una mujer bella por siempre jamás.
No es la primera que fracasa aparatosamente en esa sobrehumana empresa y, sin duda, no será la última. Sin embargo, más allá de los opinables resultados de sus esfuerzos, nadie podrá negarle que lo intentó, y lo volvió a intentar, y lo siguió intentando hasta que terminó por quitarnos el hipo. Una lástima.
Por lo menos aún puede ser madre. Pero no MILF.