El tema de la destitución o no del colegiado de la Junta Nacional de Justicia (JNJ) es un parteaguas político y el preludio de cómo se van perfilando los partidos de cara al futuro.
Mi posición es clara y sin medias tintas. No estoy a favor de la destitución de los miembros de la JNJ, pues atenta contra la institucionalidad del país. No me es relevante que exista un cálculo político y que quepa la posibilidad de que el próximo jueves “se bajen” solo a un par de “caviares” (para que la composición quede más “nivelada” y no se vea tan violento, como dicen algunos). La guerra política entre instituciones del Estado, reguladas nada menos que en la Constitución, solo destruye institucionalidad, tengan el color político que tengan.
El Congreso y sus satélites (justamente varias de las autoridades y colegiados que han sido designados por ellos) pretenden, una vez más (pues llevamos meses en esta danza dramática), destituir a los miembros de la JNJ. Esta vez no se trata de una investigación sumaria en una comisión, sino de una acusación constitucional contra todos los miembros de la JNJ por haber respaldado la permanencia de Inés Tello luego de los 75 años. Esta es una ruta más larga y compleja que la escogida en otras ocasiones, pero, en resumen, digamos que no es lo mismo, pero es igual. Se quieren bajar a toda la JNJ.
Como ocurre con casi todo, hay una posición jurídica para uno y otro lado. Esto es perfectamente normal y deseable. El problema es que muchos de nuestros políticos no nos dicen la verdad. Cuando escucho a un parlamentario, no solo me interesa su opinión legal sobre tal o cual tema, sino escuchar la postura política que hace que se adhiera a la misma. Me es imposible no recordar las posiciones previas a la llegada de la presidenta Boluarte al poder en relación con la acusación que existía por su rol en el club departamental Apurímac. Pero, de pronto, con su llegada a Palacio y la necesidad de sobrevivencia del Congreso, las cosas fueron vistas desde una óptica legal, digamos distinta.
Sean más sinceros, señores congresistas (sé que le estoy pidiendo peras al olmo), y dejen de camuflar sus intenciones políticas forzando interpretaciones jurídicas. El fenómeno que tenemos al frente no es legal. Más bien, se está utilizando y forzando la ley para hacer política continuando con este círculo vicioso del mal que es la “politización de la justicia”.
Son varios los congresistas y partidos que son objeto de investigaciones y juicios por parte de la Fiscalía de la Nación y el Poder Judicial y, precisamente, la JNJ se encarga de designar y destituir a fiscales y jueces. Esa es la clave de toda esta campañita antiinstitucionalidad. No es amor al chancho, sino al chicharrón. No es que crean que la norma tal dice esto y entonces hay que defenderla. Lo que muchos quieren es torpedear las investigaciones que hay en su contra o en la de sus líderes y colegas. Es así de simple.
No conozco personalmente a ninguno de los miembros de la JNJ. No creo que sean santos o inmaculados ni que debamos verlos como unos héroes de la democracia. También soy consciente de que muchos jueces y, sobre todo, fiscales, han entrado al vicio de criminalizar la política y, en esa ruta del mal, han cruzado líneas que no debieron, generando daños irreparables en políticos y sus familias (sí, lo digo por las prisiones preventivas relacionadas a aportes de campaña que fueron pasados como lavado de activos cuando no había regulaciones para ello).
Defender una cosa no implica avalar la otra. Destruir institucionalidad es algo negativo venga de donde venga y solo colabora a la narrativa de los sectores de izquierda que buscan cambiarlo (y reventarlo) todo a través de una asamblea constituyente.
No deberíamos regalarles más “argumentos”, menos si es que además con esta posible destitución al caballazo se empiezan a activar redes internacionales que señalan nuevamente la existencia de una sombra sobre el país.
Por algo este tema ha demorado. Hay dudas en varias bancadas. La duda no siempre mata, a veces es una gran compañera y, si no se va, o cuesta mucho dejarla ir, por algo es.