Federico Salazar

El alcalde de Lima hará una oferta económica a Brookfield para que abandone . Esta es concesionaria de 31,5 kilómetros de la Panamericana Norte, 54,1 kilómetros de la Panamericana Sur, entre otras obras viales.

denuncia a Rutas de Lima por ser una “obra de la corrupción”, pues la concesión fue antes de Odebrecht. López Aliaga también ofrece dinero al accionista mayoritario.

El procurador de la municipalidad ha denunciado a Brookfield por lavado de activos. ¿Quiere el alcalde darles dinero a estos supuestos ‘lavadores de activos’? ¿Se quiere sumar a la cadena de lavado de activos?

El concejo metropolitano, además, ha ‘resuelto’ el contrato unilateralmente. ¿Cómo le pagaría la municipalidad a alguien que ya no tiene contrato?

Esta parece ser la ‘estrategia’ anunciada por López Aliaga. Hostigamiento y ofrecimiento de dinero. El alcalde de Lima quiere hacer ‘una oferta que no podrán rechazar’, como dijo Marlon Brandon en una famosa película.

La estrategia no va a funcionar. No se puede resolver el contrato unilateralmente. No basta con decir que se trata del ‘interés público’ para que sea de interés público.

La municipalidad no puede resolver ante sí la nulidad. Puede invocar la cláusula por interés público, pero debe sustentar ante el tribunal arbitral.

Qué fácil sería para el dueño de una casa decir que saca a su inquilino porque es un delincuente. El propietario puede, obviamente, resolver el contrato, pero no puede hacerlo ante sí mismo.

Una parte tiene que ir ante un juez. Debe demostrarse ante un tercero (el juez) que la otra parte ha incumplido el contrato.

Uno no puede hacer de juez y parte. Esto es lo que hace el acuerdo del concejo metropolitano al resolver ante sí el contrato con Rutas de Lima.

Acusar a Brookfield de lavado de activos es un acto de hostigamiento. López Aliaga sabe que no va a ninguna parte con eso. Solo tiene el efecto de crear un ambiente hostil a la inversión extranjera.

Rafael López Aliaga es uno de los principales enemigos de la inversión extranjera y de la inversión privada en el Perú.

El país crecerá 1% este año. Eso significa cientos de miles de personas lanzadas a la pobreza. Eso significa desempleo y subdesarrollo.

Solo la inversión nos sacará del subdesarrollo. Pero la inversión, peruana y extranjera, tiene enemigos.

Hay quienes hostigan al inversionista. Un inversionista más calificado que Brookfield es difícil de encontrar en el mundo. Cuenta con activos por más de US$700 mil millones.

El alcalde de Lima quiere “botar” a Brookfield. Quiere que “se largue” del país. A la vez, le ofrece dinero, según él mismo ha contado.

Antes, el objetivo de López Aliaga era Odebrecht; ahora es Brookfield. A ambos, sin embargo, quiere comprarles la concesión.

Sacar a Odebrecht es fácil. La municipalidad firma un cambio en la adenda para que esta pueda vender su 25%. Brookfield, u otro inversionista, lo compraría.

Luego de las acusaciones de ‘corruptos’ y ‘lavadores de activos’, ¿Brookfield traería dinero al Perú? ¿Lo haría cualquier otro inversionista institucional?

No saldremos del subdesarrollo mientras sigamos aceptando las estrategias tipo Marlon Brandon. El Gobierno acepta que el alcalde comprometa la economía del país. Es cómplice del alcalde en la destrucción del futuro del Perú.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Federico Salazar es periodista