“Es tradicional que en el cuarto año las ratas abandonen el barco. Eso es histórico”. Daniel Abugattás se refirió así al hecho de que un grupo de parlamentarios de Gana Perú dejaran la bancada.
Sin embargo, la frase popular es distinta: “Cuando el barco se hunde las ratas abandonan el barco”. Abugattás evitó referirse al término ‘hunden’, pues claramente el barco al que se referiría es su propio partido. Dejó de decir expresamente lo que dijo de manera un poquitín solapada: el humalismo se está yendo a pique.
Pero el dicho ‘abugattado’ lleva añadido “es tradicional en el cuarto año…” y “eso es histórico”. Los añadidos reflejan una constatación empíricamente demostrable.
Al usar el término ‘ratas’, la frase califica de inmoral a quien abandona un barco que se hunde. Llama la atención una calificación tan dura hacia una reacción claramente racional: si un barco se está hundiendo, lo más lógico es abandonarlo antes de irnos al fondo con él.
La teoría del ‘public choice’ o ‘elección pública’ se basa en considerar que los agentes políticos actúan, de manera similar al ‘homos economicus’, para maximizar su interés. Sin embargo, los políticos antes que maximizar ingresos maximizan poder. Los políticos buscan primero lo mejor para ellos mismos antes que lo mejor para los demás. Se comportan como individuos racionales. Evitan los costos y buscan los beneficios. Si un barco se hunde, hay que saltar por la borda.
Es sencillo explicar por qué las ratas saltan. Pero lo que realmente debería interesarnos entender es por qué el barco se hunde al cuarto año de cada gobierno.
Los partidos políticos peruanos son barcos de papel. Son construidos de manera efímera y frágil solo para llevar a un candidato (en realidad a un caudillo) al poder. Al cuarto año, los “remojones” de la vida política empaparon su estructura y con ello su estabilidad. Saltar por la borda parece lo más lógico si lo que quiere un congresista es maximizar poder.
Miremos solo la cédula de votación en las últimas elecciones presidenciales. El signo de Gana Perú era la ‘O’ de Ollanta, el de Fuerza Popular era la ‘K’ de Keiko, el de Perú Posible la ‘T’ de Toledo, el de Alianza por el Gran Cambio era el ‘PPK’ de PPK, y el de Solidaridad Nacional no era una inicial pero sí un sol con letritas que emulaba la gestión de Castañeda en el seguro social. Solo se salvaba la estrella del Apra, tan identificada con Alan García que es inseparable de él.
La única reforma constitucional relevante en los últimos años ha sido la sana eliminación de la reelección presidencial. En un país donde las iniciales del candidato son más importantes que el partido, se agudizan los incentivos para saltar por la borda al cuarto año y buscar un nuevo barco de papel. Los paupérrimos resultados que han tenido los partidos salientes del gobierno en las representaciones parlamentarias en las elecciones (dos o tres representantes) muestran que saltar por la borda es lo más inteligente. Y explica la terca insistencia de meternos a Nadine (una nueva caudilla) como candidata que aglutine a su partido. El ‘public choice’ nos diría que es pura racionalidad política bajo las reglas de juego existentes.
Lo curioso es que son los propios políticos los que perpetúan las condiciones para “saltar como ratas”. Reformas constitucionales que refuercen los partidos y debiliten el caudillismo como la eliminación del voto preferencial, la elección de congresistas en distritos uninominales, la renovación por tercios del Congreso o la eliminación del voto obligatorio, crearían barcos más sólidos construidos con pretensiones superiores a la de simplemente cruzar el charco de cada elección. Más que evitar la racional reacción de “las ratas” de saltar del barco, hay que construir barcos que no se hundan cada cinco años.