¿Se queda o no se queda Julio Velarde al frente del Banco Central de Reserva (BCR)? Esta es una de las preguntas que, pese a que ha sido contestada una y otra vez, no parece tener respuesta.
Nadie, ni el propio Velarde, ha podido poner punto final a las dudas de quienes ven su permanencia en el ente monetario como una tabla de madera a la que necesitan aferrarse en medio de la marea de mensajes contradictorios del gobierno de Pedro Castillo.
El poder redentor que tiene la continuidad de Velarde es bien conocido por el ministro de Economía, Pedro Francke, que el jueves ha insistido en que su permanencia está garantizada. El problema es que, al parecer, al interior del Gobierno, el mensaje sobre la importancia de esta señal para la recuperación de la inversión privada y la generación de empleo no parece haber llegado.
Con un primer ministro buscando culpables del alza del dólar fuera del Gobierno y la inaceptable demora en el nombramiento de los tres directores del BCR que le competen al Ejecutivo, parece que Francke está casi solo, como en muchos otros temas, en medio de un Gabinete con otras prioridades e ideas. Y, por lo tanto, sus respuestas, como ha sucedido esta semana en sus reuniones con inversionistas en EE. UU., nunca serán percibidas como definitivas.
Las declaraciones de Francke, además, llegan solo un día después de que Velarde advirtiera que quiere evitar “a toda costa” convivir con directores conflictivos en el directorio. “Queda claro que uno siempre puede renunciar”, dijo.
Esta no es una declaración que deba ser tomada a la ligera si miramos los nombramientos del Ejecutivo en puestos estratégicos. De colocar a Julián Palacín en Indecopi a designar a otro inexperto excandidato al Congreso de Perú Libre en el BCR, hay poco trecho. El riesgo es que las consecuencias serían exponencialmente más negativas.
¿Cuándo tendremos una respuesta definitiva a esa pregunta? Según Francke, los nombres de los directores se darán a conocer en menos de dos semanas. Pero hay que tener en cuenta que, si tanto el Ejecutivo como el Congreso cometen el error de nombrar a directores con posiciones antagónicas a las de Velarde, la pregunta será solo ligeramente replanteada: ¿renunciará o no?
Y esta dinámica de respuestas estériles a preguntas cruciales se repite respecto de la asamblea constituyente, la promoción de la inversión privada, la competitividad minera, la agenda laboral, la segunda reforma agraria y un largo etcétera.
Las dudas que persisten sobre el Gobierno serán imposibles de superar y evitar la pronosticada caída de la inversión privada el próximo año si continúan las declaraciones antagónicas del primer ministro Guido Bellido, las propuestas nefastas de la bancada de Perú Libre y los discursos inocuos del presidente Pedro Castillo, que esta semana aprendimos que no ayudan mucho más que su silencio.
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