Giulio Valz-Gen

“¿Le encantaría que sea candidato?”, le preguntaba Fernando Vivas a la semana pasada en RPP, en medio del capítulo final de la novela (¿primera temporada?) por la llegada de Paolo Guerrero a la ciudad de la eterna primavera.

“Una cara nueva, joven, ya dos veces congresista y la verdad creo que esta semana que ha estado hablando el tema del fútbol ha demostrado mucha madurez, altura y la verdad que yo me siento orgulloso de mi hijo […] creo que Richard sería un buen candidato de APP”, dijo el actual gobernador de La Libertad y fundador de Alianza Para el Progreso (APP).

APP tiene décadas participando en elecciones, solos o en alianzas, y han logrado representaciones congresales, alcaldías y gobiernos regionales. La marca ya es conocida, pero dudo que alguien identifique con claridad alguna ideología o posicionamiento político relacionado a la misma. APP se amolda a lo que haya, establece locomotoras electorales, busca presencia en el territorio y, sobre todo, se monta sobre los recursos económicos e intereses de su líder, César Acuña (quien debe ser entendido como un millonario peruano).

Hoy, aunque no les guste el término, cogobiernan con el binomio Boluarte-Otárola. Dicen que no, pero tienen un ministerio. También la Mesa Directiva del Congreso. Recientemente nos han presentado “mochasueldos” y un congresista que fue destituido tras ser acusado de violación (en su propio despacho en el Parlamento).

En su recorrido político, APP ha reclutado a diversas figuras de la política, el espectáculo, el derecho, el periodismo y, por supuesto, el fútbol. El “Chorri” Palacios, Vanessa Terkes, German Leguía, Luis Iberico, Natale Amprimo, entre otros, han vestido la camiseta de APP en alguna elección.

El incidente de Paolo Guerrero nos ha permitido introducirnos, un tanto, en la dinámica de la familia Acuña. Cuando recién empezaron los rumores de la posibilidad de que el capitán no llegase a jugar en el club Universidad César Vallejo (UCV) por las amenazas a su madre, el rol protagónico pareció tenerlo el “patriarca” César. Parecía que el excandidato presidencial había decidido que no era una buena idea pelearse públicamente con el capitán de la selección y buscó ponerle paños fríos a la situación.

Sin embargo, muy rápidamente y en una decisión que claramente no fue una casualidad, César cedió el protagonismo a su hijo y presidente de la UCV, Richard Acuña. En este punto, la novela tuvo un giro, pues Richard cambió el tono y la narrativa. Guerrero quería desconocer un contrato, pero lo hacía con la excusa de algo que sufrimos y nos preocupa a todos los peruanos: la inseguridad ciudadana. No hubo mucha empatía ciudadana con la posición del campeón de la última Copa Sudamericana y al final todo indica que el contrato será cumplido. La historia de Paolo Guerrero y la UCV aún no está terminada aunque ya tiene una primera temporada. En esta, Richard Acuña queda bien perfilado. Por favor, no estoy diciendo que Richard es un campeón, solo que terminó bien parado en una situación que lo pudo dejar en ‘offside’.

¿Qué tan bien posicionado podría quedar en una futura campaña presidencial? Pues, más allá de sus capacidades de gestión (que honestamente desconozco si las tiene), como potencial candidato tiene todo “lo que le gusta a la gente” y varias de las cosas que se necesitan para entrar en una campaña política.

Tiene plata. No necesita pasar el sombrero para fondear una campaña presidencial y la de un “elenco” que lo acompañe. A través de su esposa, la señora Brunella Horna, mantiene una relación directa y activa con el mundo del espectáculo. Nos encantan los fuegos artificiales, y la política y el espectáculo nos los regalan día a día. Y, por último, está activamente metido en el mundo del fútbol, al punto que algunos especulan que su intención podría ser la de llegar al sillón de la federación más que a Palacio.

Plata, política, espectáculo y fútbol es el combo perfecto para una campaña. No digo para un gobierno, esa es completamente otra historia. Richard Acuña está llamado a ser el heredero político de su padre. César no ha logrado construir un discurso político sólido, pero sí mantener una estructura que le permite tener un rol en la política. Parece que se acercan los tiempos de Richard y las nuevas oportunidades. Ojalá puedan construir algo positivo pues, digamos que, todos esos recursos podrían ser mejor canalizados.

Giulio Valz-Gen es Analista político de 50 + Uno

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