El congresista otrora oficialista Jorge Rimarachín lanzó una frase para tentar al diablo: “Ollanta no tiene ‘runtus’ para cerrar el Congreso”. Esa es palabra quechua para lo que ponen las gallinas, demás aves y también el ornitorrinco: es decir huevos. Esto mientras se debatía, por segunda vez, el voto de confianza al gabinete encabezado por la abogada Ana Jara.
Fue una inaceptable falta de respeto a la figura del presidente y una bromita peligrosa. ¿Rimarachín quiere otro “disolver”? El representante de Cajamarca no es consciente de que hoy, como ayer, la clausura del Congreso sería vitoreada. El Legislativo –con sus “come-oros”, “roba cables” y “mamarrachines” (o sea él) y varios otros prescindibles representantes- tiene una aprobación de apenas 13%.
Las calidades humanas, éticas y profesionales de la doctora Jara no lograron convencer a la oposición y el debate se aplazó para la próxima semana. Hasta ahora ha imperado el diálogo de sordos, la obstinación de una descompuesta mayoría por imponerse y la negativa del partido de gobierno de escuchar a quiénes representan a quienes votaron por otros. Ha sido un disparo a los pies de la gobernabilidad en un escenario de frenazo económico (apenas 0.3% de crecimiento en junio).
La oposición, sin duda, aprovecha para pasarle la factura al gobierno por un “paquetazo reactivador” enviado al Congreso para aprobación cuando el legislativo estaba en receso (el pase lo dio Comisión Permanente del Congreso, sin mediar debate).
De hecho la oposición tiene exigencias: la salida del ministro de Energía y Minas, Eleodoro Mayorga; la modificación de la norma que obliga a los trabajadores independientes a aportar a las AFP y la solución a la huelga médica que ya lleva más de 100 días (o lo que es lo mismo, que la ministra de Habich se vaya a su casa).
Fuerza Popular, el partido de Keiko Fujimori, ha sido enfático al pedir que se revierta la postulación de Diego García Sayán a la Secretaría General de la OEA. Ayer Juan José Díaz Dios (FP) volvió a pedirlo. Recordemos que García Sayán como ministro de Justicia, 2001, favoreció a más de 60 terroristas; flexibilizó la legislación anti-terrorista y llevó a que el país indemnice a miembros de Sendero Luminoso y el MRTA.
Además de los “runtus” de Rimarachín, sobraron las frases huecas e inoportunas. Cecilia Tait dijo que el Gabinete es impuesto por “la Confiep, de los empresarios, de las personas prestigiosas”. Mientras la ex funcionaria aprista, Rosa Mavila, se despachó un saludo por los cincuenta años del Instituto de Estudios Peruanos, IEP.
Quien se coronó fue la presidente del Congreso, Ana María Solórzano: en medio del conteo de votos para el aplazamiento, saludó a uno de sus colegas que estaba de cumpleaños.
Entonces recordamos al periodista y poeta vanguardista argentino Oliverio Girondo (1891-1967) y sus versos: “/…/La baba hedionda,/cáustica;/la negra baba/rancia/que babea […]por sus jorobas llenas de intereses compuestos,/de acciones usurarias;/…/La baba tartamuda,/…/que pervierte el aire,/…de idiotez,/de ceguera,/de mezquindad,/…/”.
¡Grande es la poesía!