Escuchaba incrédulo a un amigo cercano a la dirigencia de Fuerza Popular decir que la decisión de censurar al ministro de Educación Jaime Saavedra está ya tomada; pero mi incredulidad se convirtió en certeza al escuchar a una congresista de ese partido caer en un típico ‘lapsus linguae’ freudiano al decir ‘censura’, cuando quiso decir ‘interpelación’.
Con un tema que se ha politizado al extremo, se equivoca el presidente Pedro Pablo Kuczynski, y también quienes desde los medios le aconsejan, en pulsear con una mayoría poco reflexiva que en este momento no percibe beneficio alguno en evitar la censura del ministro. Es preciso persuadir a ambos lados de que la censura perjudica al Ejecutivo y también al Congreso, que en este tema tiene a la opinión pública en contra por la percepción generalizada de que actúa debido a intereses distintos a los que se plantean en la interpelación. La censura estimulará a una pléyade de ávidos periodistas a develar, con o sin pruebas, uno a uno los nombres de los congresistas sospechosos de votar movidos por intereses pecuniarios.
De inicio debo decir que no pienso que el ministro Saavedra sea de modo alguno irremplazable. De seguro debe existir ya buen número de individuos prestos a asumir el cargo. Lo que sí creo es que luego de este episodio será muy difícil convencer a otro peruano honesto e igualmente calificado a asumir la abrumadora tarea de sacar a la educación en el Perú de su lamentable estado, dejando al mismo tiempo un pésimo mensaje a profesionales destacados que piensan optar por la carrera pública.
Saavedra, hijo y nieto de maestras, es un economista brillante, poseedor no solo de atributos académicos del más alto grado obtenidos en una de las universidades más prestigiosas del mundo, sino que tiene además la experiencia que da el haber dedicado toda su carrera a estudiar estrategias para mejorar la educación y dar iguales oportunidades a todos los niños del Perú.
En escasos tres años, Saavedra ha dirigido un esfuerzo que muestra resultados notables. Comparando el año 2011 con el 2015, se ha duplicado el porcentaje de niños en segundo grado que alcanzan un nivel satisfactorio de razonamiento matemático; mientras que la proporción de niños que entienden lo que leen aumentó de 30% a 50%. Los resultados seguirán mostrando mejoras cuando se presenten los datos del 2016. Se trata de niños que empiezan su vida escolar; de allí la importancia de estos resultados. Una prueba imparcial de que la educación peruana empezó finalmente a cambiar la proporcionará el secretario general de la OCDE el próximo 6 de diciembre cuando anuncie los resultados de la evaluación internacional de estudiantes que dicha organización realiza cada tres años y que mostrarán por primera vez el progreso del Perú en la prueba PISA; logro que nuestro Congreso ‘celebraría’ habiendo despedido a su artífice.
Por primera vez en el Perú un ministro ha demostrado tener una visión de futuro de la educación al atacar simultáneamente sus cuatro problemas fundamentales: la infraestructura, la calidad del maestro, los contenidos educativos y la gestión de las escuelas. Se han hecho 11 evaluaciones que incluyeron a más de 350.000 maestros estableciendo mejoras salariales en función de méritos y contratando a nuevos maestros luego de rigurosos concursos. Se han cesado a más de 15.000 maestros y reasignado a otras tareas a 10.000 directores de escuela no aptos para desempeñar el cargo. Se ha establecido una verdadera carrera magisterial con no solo una puerta de entrada con una base salarial mejorada, sino con ocho bandas salariales para toda la carrera. Todo esto en relativa armonía con el Sutep, el único sindicato de maestros reconocido (existe otro ligado al proterrorista Movadef).
Se quiere censurar al ministro porque se han descubierto malos manejos en la aplicación de un pésimo sistema de compras estatales que el ministerio está obligado por ley a acatar, y porque ha habido presunta corrupción y desidia alrededor de la organización de los Juegos Panamericanos cuya sede fue obtenida por la ciudad de Lima y no el ministerio antes de que Saavedra asumiera el cargo. El ministerio ha entregado subvenciones al Comité Olímpico Peruano (COP), una entidad privada que no ha rendido cuentas, como está obligada, de los dineros otorgados, y por eso ha suspendido tales subvenciones instruyendo a su procurador interponga las demandas correspondientes.
Nadie ha osado acusar de deshonesto al ministro Saavedra, pero el Congreso, recién enterado de que existe corrupción en el Estado y la sociedad peruana, habría decidido, como reveló la congresista traicionada por su subconsciente, censurarlo.