Hasta el día de hoy, el inicio de la pandemia del COVID-19 sigue siendo un misterio. Existen diversas hipótesis al respecto y todas pueden ser probables: desde el impresionante salto entre especies hasta una posible fuga del virus modificado de las instalaciones de un laboratorio en Wuhan, China. Lo único que se puede afirmar es que el mecanismo de evolución del coronavirus SARS-CoV-2 parece sacado de una película de ciencia ficción.
Remontándonos años atrás, en el 2002, meses después del inicio de la pequeña –mas no insignificante– epidemia del SARS-CoV que acabó con la vida de más de 700 personas, el virus sí escapó unas cuantas veces del laboratorio, pero fue contenido rápidamente. Sin embargo, las brechas de seguridad de aquella época no fueron detonantes de una pandemia ni de epidemias locales. Para aquella época ya se tenía gran conocimiento sobre los coronavirus y de lo que eran capaces. Incluso había grupos de trabajo que se dedicaban a estudiar la afinidad de los componentes virales por las células humanas; pero, a pesar de todo esto, aún suena un poco descabellado pensar que se hicieran modificaciones genéticas con la finalidad de mejorar la capacidad infectiva y crear un arma biológica.
La pregunta más coherente en estas circunstancias es la siguiente: ¿es el SARS-CoV-2 un verdadero peligro para la humanidad? Respondamos con estadísticas. La población mundial actual ronda los ocho mil millones de habitantes, en tanto que los casos de infectados por coronavirus hasta la fecha superan los 690 millones (8,59% de la población mundial), con más de 6 millones de fallecidos (0,086% de la población mundial y 1% de los infectados). Siendo muy objetivos, estos números no son alarmantes: el SARS-CoV-2 jamás podría ser tomado como un arma biológica dada la tasa de mortalidad a tres años. Ello descartaría la hipótesis de que se estaba creando un arma biológica, pero no que se haya escapado inintencionalmente de un laboratorio.
Ahora bien, seamos conspiracionistas por un momento. A lo largo de casi 15 años, el Instituto de Virología de Wuhan ha sido muy importante para el estudio de virus provenientes de animales y especialmente de coronavirus, aportando una base de datos online enorme. Esta base de datos contenía miles de secuencias de virus provenientes de murciélagos y fue cerrada al mundo, sin una justificación válida, en setiembre del 2019. A partir de ello, la OMS pidió que se hiciera un análisis: el resultado fue que no se encontraron grandes similitudes entre el SARS-CoV-2 y las secuencias genéticas albergadas ahí. ¿Encubrimiento por el Gobierno Chino? Quizá.
Por otra parte, respecto a las modernas técnicas para editar genomas virales que en Estados Unidos fueron suspendidas, en China están permitidas. Si nos ponemos más rigurosos con respecto a la búsqueda de evidencias, entre el 2018 y el 2019 se publicaron diferentes trabajos de la mano de la viróloga Shi Zhengli, provenientes del Instituto de Virología de Wuhan, en los que se hizo una gran cantidad de pruebas para averiguar si los coronavirus provenientes del murciélago pueden unirse a la proteína ACE-2 humana (que es la puerta de entrada para infectar al humano), infectando ratones y almacenando estos virus, los que, durante el proceso, podrían haber adquirido un posible aumento en la funcionalidad. Si, después de todo ello, el virus efectivamente escapó, podríamos estar frente al exterminio más grande de toda la historia. Entre virólogos y estudiosos de la materia, la opinión está dividida: no se llega a un acuerdo claro basado en pruebas tangibles debido a que faltan huellas y en algunos casos están borrosas… porque alguien las borró.
En lo personal, a lo largo de estos tres años que llevo estudiando la evolución de las variantes del coronavirus SARS-CoV-2, puedo afirmar sin sombra de dudas que el mecanismo de evolución que sigue para perpetuarse, modificando la transmisibilidad y la evasión del sistema inmune, es altamente especializado. De hecho, contiene diversas particularidades que son muy difíciles de ver en otros patógenos. Empero, si el origen natural del que se habla a través de una zoonosis con un organismo intermedio (murciélagos, roedores o perros mapache) es la explicación final a la pandemia, entonces algo es claro: estamos frente a una nueva generación de virus respiratorios y, como defendí anteriormente en artículos previos publicados en este Diario, sin el ánimo de alarmar a la población, es necesario estar preparados.