La designación de Pilar Mazzetti al frente del Ministerio de Salud (Minsa) es, claramente, un acierto. Fue titular de dicha cartera en el 2004 y de Interior dos años después, ha sido directora del Instituto Nacional de Ciencias Neurológicas –con lo que conoce cómo funciona un hospital del Estado–, tiene amplia experiencia en gestión pública y, como jefa del comando COVID-19, daba credibilidad a la respuesta gubernamental frente a la pandemia.
Hoy, Mazzetti enfrenta dos retos monumentales. Por un lado, continuar lidiando con la emergencia sanitaria. En la etapa en la que nos encontramos, esto implica retomar y sobre todo fortalecer la atención primaria. Para ello, entre otras cosas, hay que hacer uso de todas las herramientas disponibles: telemedicina y entrega de medicamentos en farmacias cercanas o en el domicilio, entre las indispensables. Debemos combatir esta sinergia mortal que existe entre el COVID-19 y las enfermedades crónicas no transmisibles. Aunque se han manejado por cuerdas separadas, las cifras de fallecimientos en todo el mundo dan cuenta de su letalidad cuando se combinan. En nuestro país, según el Sistema Informático Nacional de Defunciones (Sinadef), en este primer semestre versus el año anterior, las causas de fallecimiento, aunque no excluyentes del coronavirus, revelan estos incrementos: por diabetes, de 2.500 a 5.616; por hipertensión, de 3.318 a 7.357; por infarto, de 2.996 a 6.805; y por obesidad, de 95 a 1.108.
El otro desafío inmenso e ineludible es mejorar el sector Salud en su conjunto. No solo para enfrentar las demandas actuales, sino para que este deje de ser un espacio desbordado, fragmentado, con pocos recursos, desarticulado y altamente ineficiente. La actual administración parte con la ventaja del consenso sobre que esta reforma no puede esperar. El Minsa debe determinar cómo mejorar el servicio al ciudadano en los próximos años, impulsando las redes integradas de salud y teniendo una mirada territorial de la atención.
Se escucha que el presupuesto en salud para el 2021 será histórico. Es una excelente noticia, pero debemos prepararnos para gestionarlo de una mejor manera. Se espera también que para el 28 de julio se anuncie que Essalud pasará a estar adscrito al Minsa. Si bien es un tema que en principio celebraría, creo que Essalud ha demostrado que funciona mejor que el Minsa y los gobiernos regionales. Esto, en parte, por su fórmula de operación: si bien las redes son desconcentradas, Essalud es una institución centralizada. Es decir, cada red cuenta con su propia infraestructura, personal y otros recursos para atender a nivel local. Sin embargo, cuando enfrenta situaciones que no puede resolver sola –la actual pandemia es, claramente, una de ellas–, deriva el pedido hasta el nivel más alto. Así, son las Gerencias General y de Operaciones las que, desde sus órganos operativos, apoyan la ejecución requerida. Por ejemplo, la ampliación de la infraestructura con hospitales de campaña. En consecuencia, quien toma las decisiones e impulsa su ejecución es el nivel central.
El Minsa no funciona así. En su caso, si un hospital tiene algún requerimiento, se lo pide al gobierno regional. Pero ahí se agota el asunto, porque esta instancia carece de capacidad presupuestaria y de ejecución para resolver problemas. Su propia estructura no está concebida para soluciones ejecutivas.
Pensemos fuera de la caja y ayudemos al Minsa a adoptar un modelo parecido al de Essalud para la toma de decisiones y recursos centrales, pero con organización desconcentrada.
“Los papelitos representan personas –ha dicho Mazzetti, en referencia a la burocracia estatal–. A veces se nos acumulan los papelitos y se nos están acumulando problemas de salud. Tenemos que tener la capacidad de responder lo más rápidamente posible”. Como muestra, basta ver cómo la norma de la historia clínica electrónica, publicada durante su primera gestión al frente del Minsa, fue modificada diez años después y sigue sin poderse implementar de forma eficiente. Debe haber portabilidad de la historia clínica, en un sistema digital al que se pueda acceder únicamente contando con acceso a Internet. Urge aumentarle velocidad y eficiencia a la gestión pública, desde lo más sencillo a lo más complejo.
Mazzetti se caracteriza por decir las cosas de frente y sin rodeos. Eso, en estas tierras, es de por sí una gran virtud. Las reglas de juego cambiaron. Ello hacía que su designación fuera impostergable.