¿Qué significa elegir mi identidad?, por Gisèle Velarde
¿Qué significa elegir mi identidad?, por Gisèle Velarde
Gisèle Velarde

Cada vez son más las personas que se sienten llamadas a elegir su . Los individuos quieren ser ellos mismos, descubrir o establecer su propia forma de ser. 

Ejemplos abundan y van desde el profesional exitoso o bien remunerado que se cambia a un trabajo menos remunerado o de menor nivel, pues quiere ser feliz con lo que hace. Los padres que, queriendo mucho a sus hijos, se separan pues no pueden desperdiciar su vida junto a quien ya no aman, o el joven que pretende hacer su voluntad pues quiere ser fiel a sí mismo. Todos estos casos comparten entre sí el deseo de sentirse autorrealizados y la autorrealización es el ideal moral de las personas que buscan su propia identidad.

Pero ¿qué significa elegir mi identidad? Elegir mi identidad alude a un proceso de autodefinición, donde ‘definirme’ significa ‘encontrar aquello que me es propio en mi diferencia con los otros’, como señala el filósofo Charles Taylor. Esta definición entrelaza dos ideas íntimamente.

Primero, se trata de establecer qué es lo propio a uno mismo. Esto presupone que hay ciertas características únicas en cada persona y que las podemos encontrar en nuestra interioridad. Lo que sentimos y pensamos ante lo que (nos) pasa y las decisiones que tomamos son formas de conectarnos con nuestro interior. 

Segundo, la elección de mi yo presupone a los otros, en tanto mi propia identidad individual implica una diferenciación respecto de los demás. Es decir, establecer nuestra diferencia –lo que nos hace únicos– pasa por el diálogo con los otros. Esos otros, sin embargo, no son fundamentalmente las demás personas, sino lo que Taylor llama los ‘horizontes de significado’. En otras palabras, nuestra sociedad, cultura, historia, familia, tradición, Dios, las exigencias de la solidaridad, etc. En general, es todo aquello dado de antemano a nosotros, como valores recibidos, costumbres y prioridades preestablecidas en la vida. Estos ‘otros’ son ‘significativos’ precisamente porque uno no los ha elegido y pues, querámoslo o no, necesariamente influyen en nuestra vida.

Así, elegir nuestra identidad supone entrar en diálogo con nuestra historia, cultura y demás otros significativos. Supone incluirlos en nuestra reflexión individual para ver qué tenemos en común con ellos y qué no. De lo contrario, no cabría hablar de elección alguna. No estaríamos estableciendo nuestro original modo de ser. Imaginemos una sociedad que atribuye a las mujeres la maternidad como su rol fundamental. 

Si Susana reproduce ese rol automáticamente, ella no estará eligiendo su identidad. Por el contrario, si Patricia sí se cuestiona sobre ese rol que en principio tendría que determinar su vida y toma una decisión al respecto, ella sí estaría eligiendo su identidad. Esto no significa que Patricia vaya necesariamente a descartar la maternidad. Ello muestra que está conscientemente eligiendo quién ella quiere ser. Una vez iniciado el diálogo, los resultados pueden ser diversos. La diferencia entre Patricia y Susana está en que –respecto de la maternidad– la primera eligió su identidad y la segunda no. 

Así, cuanto más consciente y mayor sea el diálogo con los otros significativos, más estaremos escogiendo nuestra propia identidad individual. Esto es, nos estaremos autorrealizando.