Para que un país progrese, se necesitan líderes capaces de tomar decisiones con efectos en el futuro inmediato, pero que estén alineadas con objetivos ambiciosos en el largo plazo.
Otra opción, menos deseable, es un gobierno cortoplacista, que busque el aplauso rápido sin medir las consecuencias. El otro extremo tampoco es saludable, pues solo pensar en el largo plazo no tiene cabida en un país con necesidades impostergables.
Pero el gobierno de Pedro Castillo parece no encajar en ninguno de esos perfiles. Es más, a juzgar por la conferencia de esta semana del ministro de Economía y Finanzas, Pedro Francke, no tiene la mirada en el futuro. A diferencia de lo que suele suceder al cierre de cada año, cuando los ministros presentan un balance de lo logrado, pero también sus perspectivas para el siguiente año, Francke se limitó a reiterar que el desempeño de la economía en el 2021 superó las expectativas, con un avance del 13% del PBI y un menor déficit fiscal del proyectado.
Y aunque hay que alegrarnos de que este año haya sido mejor de lo esperado, es preocupante que el ministro no haya planteado qué espera el MEF que suceda en el 2022 y, mucho menos, en el 2026.
Esto es incluso más alarmante porque estamos cerrando un año en el que no cabían muchas otras posibilidades para la economía que rebotar después de un terrible 2020 y porque los indicadores señalan que ese impulso inercial se está agotando.
Pese a las preguntas de la prensa sobre las perspectivas del MEF para el próximo año, el ministro Francke se limitó a decir que el MEF aún no había actualizado los pronósticos de su Marco Macroeconómico Multianual (MMM) y que el Banco Central de Reserva proyectó este mes un crecimiento de 3,4% para el próximo año. El tema es que en agosto el MMM del MEF preveía un avance para el próximo año de 4,8%. ¿Qué ha cambiado para que el crecimiento previsto para el 2022 sea menor? ¿Qué se va a hacer para mejorar las expectativas del sector privado e impulsar a la inversión privada para que se genere empleo? No hay respuesta.
Para el MEF actual, todo va viento en popa y no hay nubarrones a la vista. Pero la realidad lo desmiente. Las Bambas cumple hoy una semana totalmente paralizada, afectando la producción peruana y global de cobre, los ingresos de todos los niveles de gobierno y la recuperación de la economía. La tregua temporal hasta el 30 de diciembre no garantiza las condiciones para poder reanudar las operaciones, según la compañía. Pero Francke señala que “el MEF no considera un escenario donde Las Bambas permanezca paralizada”.
A Francke tampoco le preocupa la reunión que sostuvo la semana pasada el presidente Castillo para escuchar las opiniones sobre la economía de cuatro exministros del sector, a la que no lo convocó. “Mantenemos el respaldo del presidente”, dijo.
Ante los rumoreados cambios en el Gabinete antes de fin de año, se entiende la intención del ministro de resaltar lo que él considera sus logros. Pero tal vez hubiera sido interesante que hubiera aprovechado la oportunidad, como estamos haciendo todos, para proponerse algunos propósitos ambiciosos para que la economía despunte el 2022. Porque si espera mucho para hacerlo, tal vez sea ya demasiado tarde.
Contenido sugerido
Contenido GEC