"Se trata de los integrantes de la Comisión de Defensa del Consumidor del Congreso que el pasado 18 de abril firmaron un dictamen para modificar por enésima vez el manido libro de reclamaciones". (Foto: Congreso de la República)
"Se trata de los integrantes de la Comisión de Defensa del Consumidor del Congreso que el pasado 18 de abril firmaron un dictamen para modificar por enésima vez el manido libro de reclamaciones". (Foto: Congreso de la República)
Franco Giuffra

El físico británico Stephen Hawking acaba de lanzar una advertencia terrible: debemos abandonar la Tierra en los próximos cien años o estamos fritos. El primer paso, ha dicho desde el Festival Starmus sobre la Vida y el Universo, es colonizar la Luna.

Visto lo que demora cualquier mudanza, hay que ponerse a trabajar en esto de inmediato. Afortunadamente, los peruanos ya tenemos instalado fuera del planeta un primer grupo de avanzada lunar.

Se trata, en concreto, de los integrantes de la que el pasado 18 de abril firmaron un dictamen para modificar por enésima vez el manido libro de reclamaciones.

¿Y qué tiene de extraterrestre esta última modificación? Se dispone, entre otras cuestiones, que todos los reclamos o quejas que se inscriban en el bendito libro, en todas las empresas del país, deben ser remitidos al en el plazo máximo de siete días.

No hablamos de las grandes empresas. Ni siquiera de las grandes y medianas, porque esas ya están obligadas a hacerlo, como resultado de otra invención llamada Sistema de Reporte de Reclamaciones. Tampoco hablamos de los casos en donde los reclamos o quejas no fueron atendidos oportuna o apropiadamente.

Hablamos de todos los reclamos o quejas presentados ante todas las empresas en todos los libros de reclamaciones del Perú. Sin importar que ya existe obligación de remitirlos al Indecopi cuando este lo requiera para resolver un caso particular. Sin importar si se aclararon, resolvieron y compensaron oportunamente en el punto de venta o atención.

Según el dictamen, los congresistas firmantes quieren que el Indecopi procese y sistematice toda esta información. Los eventos serios o importantes y también los casos en donde un consumidor pidió su Guaraná helada y se la trajeron sin helar.

De esta fuente colosal de información, ya se imaginará, surgirán luego los reportes de los temas más reclamados a nivel microscópico. Y en cuestión de meses, las iniciativas de y sobre la cantidad mínima de manjar blanco que debe llevar un alfajor, el número de peluqueros que debe tener un salón de belleza para no tener que esperar y la técnica apropiada del zurcido invisible para que no se note una costura.

Para implementar esta locura, el Indecopi ha anticipado que necesitaría contratar 10.000 empleados nuevos (hoy no pasa de 1.400) y aumentar su presupuesto en 400 millones de soles anuales. Hágase una idea: con este dinero se pueden construir 1.200 postas médicas por año para atender a unas 8.000 personas cada una.

¿Qué puede ganar un país pobre gastando esta cantidad de plata para llevar las estadísticas de los 14 casos de raspadillas que tuvieron poco jarabe en Mollendo, a decir de sus veraneantes?

Eso hay que preguntárselo a los despistados congresistas y , que también firmaron ese dictamen, que luego se ha convertido en proyecto de ley.

¿Por qué estos congresistas, que deberían ser proempresa, promercado y antidispendio estatal firman una cosa así, sin despeinarse? ¿No saben leer? Y ojo que no hablamos de defender a aerolíneas o a empresas de comunicaciones, porque esas empresas ya están obligadas, sino a las centenares de miles de pymes a las que se quiere imponer esta obligación.

Con toda razón, la semana pasada el Poder Ejecutivo ha observado este proyecto de ley y lo ha devuelto al Congreso. Al hacerlo, les ha hecho saber, a Heresi y Violeta, que están en la Luna. Ojalá se queden por allá.