Maite  Vizcarra

Con la primera reunión de altos funcionarios (SOM 1, por sus siglas en inglés), esta semana empezaron en Lima las reuniones de , en las que, hasta mañana, se actualizará la que quieren priorizar los países de este bloque.

Gracias al Comité de Inteligencia Artificial y Transformación Digital (CIAT) de la Cámara de Comercio de Lima (CCL), tengo la oportunidad de participar en las exposiciones que se orientan a revisar qué acciones son de verdad prioritarias para capitalizar la digitalización en las llamadas economías emergentes de APEC.

Esas acciones se orientan a dos objetivos básicos: cómo usar la economía digital para disminuir la informalidad de las mypes y pymes, y qué hacer con la IA para impulsar la productividad de la gente del bloque Asia-Pacífico.

Sobre el primer propósito, las reuniones en APEC 2024 han puntualizado que la digitalización crea nuevos modos de trabajo como la llamada ‘economía gig’ –trabajos independientes o ‘freelance’–, pero que eso no necesariamente beneficia a la formalización de las condiciones laborales, sino que podría ser precisamente al revés. Por eso, se está poniendo mucho énfasis en el diseño de regulaciones que faciliten la transición para evitar que la búsqueda de nuevas oportunidades laborales deje en condiciones precarias a las personas.

Para lograr que esta transición sea adecuada, los delegados de APEC han destacado la importancia de impulsar de manera decidida la digitalización de las principales industrias, que en el caso del Perú están fuertemente relacionadas a los sectores extractivos.

O sea, tenemos que impulsar un ‘apagón analógico’ en la agroexportación, la minería, la pesca y la –cada vez más importante– industria de la madera. La digitalización de esas actividades tiene que ir más allá de comprar sensores y drones, y tiene que enfocarse en crear capacidades nuevas en toda la masa de trabajadores que se vincula a esas cadenas en las regiones urbanas y rurales.

La digitalización debe estar acompañada por otras reformas como mejoras en la normatividad laboral y la infraestructura digital que permitan acceder a las pymes y mypes a la a través de instrumentos como ‘cajas de herramientas’ o paquetes de servicios digitales asequibles.

Sobre la IA, el foco está en empezar a definir acuerdos que mejoren la productividad en diversos ámbitos de la vida social y productiva de la gente. Pero ¿cómo?

En primer lugar, han sido reiterados los pedidos para desarrollar programas que definan y desarrollen nuevas habilidades en todos los sectores de la población y que, por ejemplo, permitan aprovechar los softwares de IA que ya están disponibles en el mercado. No solo se trata de indagar cómo usar los softwares conversacionales (Chat GPT) para escribir poemas, encontrar información o hacer ensayos, sino también de cómo usarlos para crear mejores leyes, indicadores o buenas prácticas.

En segundo lugar, es urgente seguir impulsando la digitalización de las bases de datos públicas en la lógica de lo que se conoce como ‘open data’ o datos abiertos públicos. A más datos abiertos públicos, más insumos para entrenar IA que solucione problemas público-privados.

Finalmente, si vamos a regular, que esa regulación sea coherente y lo menos obstruccionista posible. O sea, debemos evitar los proyectos de ley que no tienen lógica en la realidad ni, menos, en las buenas prácticas. Para eso, es muy útil que los países de APEC trabajen en observatorios de buenas prácticas que luego puedan ser repetidas.

Hay un mundo de futuro, más allá de la corta agenda de sobrevivencia de los que nos gobiernan. Y, para suerte del Perú, esa agenda se tiene que desarrollar sí o sí por influjo del comercio internacional, la globalización y la fuerza del cambio tecnológico. Apuremos el paso, que la IA ya está en su celular esperando ayudarle a crear una nueva oportunidad de negocio. No se duerma.

Maite Vizcarra Tecnóloga, @Techtulia

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