"La evolución del apoyo popular en otros sectores es también importante para identificar las vulnerabilidades del régimen" (Foto: Carlos Mamani / AFP).
"La evolución del apoyo popular en otros sectores es también importante para identificar las vulnerabilidades del régimen" (Foto: Carlos Mamani / AFP).
/ CARLOS MAMANI
José Carlos Requena

La reciente encuesta de (16/01/2022) llega en un momento importante. Estando por cumplir el primer semestre en el cargo, el presidente ha mostrado sus principales (y pocos) aciertos y numerosos malpasos, mientras a su gestión le cuesta encontrar un cauce.

Un primer dato es el ligero declive en su apoyo (tres puntos porcentuales menos), aunque confirma su impopularidad, si se le compara con sus predecesores. Si bien la reducción es menor, el punto de partida del mandato (agosto: 38%) también lo era. Castillo, como debe recordarse, no ha tenido luna de miel en la práctica, lo que lo convierte en el presidente más impopular durante sus primeros seis meses de gestión (aprobación mensual promedio: 37,7%), aun más que Alejandro Toledo (40,8%).

Hay, sin embargo, un núcleo duro de casi un tercio del electorado que todavía lo respalda. Entre agosto del 2021 y enero del 2022, Castillo ha perdido solamente cinco puntos porcentuales, a un ritmo de menos de un punto por mes, lo que contrasta con los serios escollos de gestión y las polémicas en las que su gobierno ha estado involucrado (87 en los cinco primeros meses, según EC Data; 30% de ellos relacionados directamente al mandatario o a funcionarios de la Presidencia).

Para identificar su apoyo, deben verse factores geográficos y sociales. Sobre lo primero, y a pesar de que Castillo procede de la sierra norte, su principal bastión se ubica en el sur, donde la aprobación del presidente casi no se ha movido entre agosto del 2021 (58%) y enero del 2022 (56%). Si en algún momento podían atribuirse estas cifras al rol de alguna coyuntura particular (el papel del cusqueño Guido Bellido al frente de la PCM o abocarse al tema del gas, muy sensible para el sur), quizá la respuesta pueda hallarse con más pertinencia en factores identitarios o en la posición particular que se tiene sobre Lima en esta región del país.

En cuanto a lo social, el NSE E presenta una evolución similar a las del sur: casi no cambia entre agosto y enero (49% y 48%, respectivamente). Esta sólida posición puede deberse también a factores de identificación o a la recepción que puede haber tenido la distribución de bonos por parte del Ejecutivo. Vale la pena recordar que el NSE E representa algo más de un tercio de la población (34%), por lo que es un factor de gran relevancia.

La evolución del apoyo popular en otros sectores es también importante para identificar las vulnerabilidades del régimen. En este frente, debe verse nuevamente aspectos sociales y agregarse los etarios. En cuanto a lo primero, el NSE D experimentó mayores fluctuaciones en este semestre, pasando de la inicial cautela (agosto: 37%) a cierto entusiasmo (setiembre: 45%; octubre: 44%), para ubicarse, finalmente, en la actual crítica (31%). El NSE D representa algo más de un cuarto de la población (27%) y puede ser decisivo en marcar tendencias de opinión.

En cuanto a lo referido a la edad, el activo sector juvenil (18-25 años) se presenta hoy como uno de los grupos más críticos de la presidencia de Castillo: solo el 26% lo respalda, siete puntos porcentuales menos que el promedio general y 20 puntos menos que el pico de popularidad que presentó en octubre (46%). Este sector fue fundamental en las manifestaciones de noviembre del 2020 que llevaron a la renuncia de Manuel Merino a la Presidencia tras menos de una semana en el cargo.

Castillo presenta, pues, un bastión regional y social que parece irreductible, aunque ajeno y potencialmente ingrato, y críticas de sectores importantes. El teflón en el que hoy se apoya puede fácilmente convertirse en su talón de Aquiles.

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