Terrorismo sin fronteras, por Cecilia Valenzuela
Terrorismo sin fronteras, por Cecilia Valenzuela
Redacción EC

En los primeros días de julio, la División de Investigación de Terrorismo Internacional en el Perú (Diviti) fue informada de la llegada al país de un ciudadano libanés que portaba un pasaporte de otro país. El hombre, de aproximadamente 28 años, venía de Brasil, de la ciudad de Sao Paulo, y estaba retenido en el aeropuerto Jorge Chávez porque había llamado la atención de las autoridades de migraciones.

Cuando la policía especializada chequeó sus antecedentes, descubrió que Muamad Amadar estaba sindicado como un “integrante clandestino activo del Sistema Clandestino de , que ya había estado anteriormente en el Perú, en noviembre del año pasado, y que había venido para casarse con la ciudadana peruana nacionalizada norteamericana Carmen del Pilar Carrión Vela. El matrimonio civil se había celebrado en el distrito de Yurimaguas, en la provincia de Alto Amazonas, en Loreto, el 15 de noviembre del 2013, por lo que Amadar había llegado como turista y se había ido como familiar de residente.

En su segunda visita, en julio último, la condición migratoria de Muamad Amadar había cambiado, por lo que, al no existir ninguna requisitoria, la policía no podía sino dejarlo en libertad. Peor cuando su mujer estaba en la puerta, esperándolo.

Carmen Carrión también había llegado esa misma noche a Lima, solo que ella se había embarcado en el aeropuerto Fort Lauderdale de Miami.

Desde que salió del Jorge Chávez, los oficiales de la Diviti no le quitaron los ojos de encima al libanés, aunque su comportamiento, a veces, estuvo a punto de despistarlos. Lo siguieron cuando se hospedó en el hotel Día y Noche en Miraflores, y cuando alquiló la casa donde vivió hasta ayer en la calle Santa Rosa, cerca del mercado Número 2 en Surquillo. Lo vigilaron mientras asistía al gimnasio cerca del cual fue detenido anoche en Lima; pero sobre todo cuando se quedó solo porque su mujer se regresó a EE.UU. el 9 de octubre pasado, y la basura que se empezó a desechar desde su departamento cambió de forma.

En los últimos días, la policía encontró en la basura de Amadar huellas de los envíos de dinero que recibía a través de Western Union; pero también halló restos de carbón, guantes de látex tiznados de negro, botellas con restos de líquido que contenían rastros de TNT y rasgos de pólvora negra. Todos los ingredientes para hacer una potente y mortífera bomba.

Enterado,, ordenó intervenir al sospechoso. Veinte años atrás, en julio de 1994, el grupo terrorista Hezbolá, al que según la policía especializada pertenecería Muamad Amadar, estacionó un volquete, cargado de explosivos fabricados con los mismos ingredientes que estuvo manipulando Amadar hasta ayer en Lima. El carro-bomba en el Centro Comunitario Judío-AMIA en Buenos Aires, causó la muerte de más de 80 personas.

¿Amadar formaba parte de un escuadrón con una “misión” similar en el Perú? Sujetos como él no actúan solos. Hasta donde la policía ha establecido, obedecía órdenes de la Unidad de Atentados “Yihad islámica” (ESO) en beneficio de Hezbolá, y se dedicaba a la adquisición, acopio y almacenamiento de material químico para la elaboración de artefactos explosivos.