El ‘thriller’ peruano, por Fernando de Trazegnies
El ‘thriller’ peruano, por Fernando de Trazegnies
Redacción EC

La cinematografía estadounidense ha difundido la palabra ‘thriller’ para designar películas o representaciones escalofriantes. Pero el Perú ha ido más lejos y ha convertido a los noticieros en ‘thrillers’.

Todas las noches los noticieros, particularmente algunos de ellos, no nos cuentan de otra cosa sino de con muchos muertos y heridos y de y fechorías por sicarios y ladrones muchas veces adolescentes. Al programa televisivo se le agregan algunas pintorescas notas políticas. Con lo cual nos encontramos con la tragedia como base, a la que se suman algunas notas de comedia política.

¿Cuál es la causa de esta despreciable situación? Pues, en parte, el origen está en lo que sucede realmente con el y con la política; y, en otra buena parte, la decisión de los noticieros de mostrar simplemente lo que se vende más, lo que tiene ‘’ y por tanto vende mejores anuncios publicitarios, dejando de lado todo el resto de cosas buenas que suceden en el país.

Los accidentes han aumentado a niveles inauditos porque las autoridades no ha sido capaces de mantener una reglamentación adecuada y segura, como es su obligación. Cuando conocemos que empresas de transporte municipal o interprovincial contratan a choferes irresponsables, lo que se encuentra comprobado por el número de papeletas que han recibido, no cabe duda de que son cómplices de las muertes y heridas que producen sus vehículos. Cuando las empresas exigen a los choferes de transporte interprovincial manejar durante un exceso de horas, lo que produce sueño en el chofer y consecuentemente vuelco o caída al abismo de un ómnibus repleto de pasajeros y así causan muertos y heridos, son las empresas totalmente responsables de ello. Cuando un camión que lleva una carga muy pesada pierde los frenos y causa estragos, sin duda es la empresa la responsable pues es ella la que debe cumplir con la razonable revisión periódica de los frenos del vehículo de su propiedad.

Un caso particularmente notable, que revela la inutilidad de la policía de tránsito y de las reglamentaciones municipales, es que los choferes de ómnibus participen permanentemente de una carrera asesina por el solo hecho de conseguir más pasajeros antes que los otros ómnibus. Normalmente, los ómnibus debe ser conducidos siempre por el carril de la derecha, siendo una falta salirse de este. Sin embargo, constantemente atraviesan las avenidas desde la primera hasta la tercera línea, sin importarles la regla. ¿Y los policías? Bien, gracias. ¿Y los municipios? Siguen autorizando que las empresas de transporte paguen a sus choferes no un sueldo fijo sino una suma en función de lo que hayan cobrado a los pasajeros, fomentando así las carreras asesinas.

Los noticieros parecería que disfrutan con estos accidentes y con las felonías y asesinatos de las bandas. Asombrosamente, siempre hay una cámara para pasar el horror al espectador de televisión; pero no hay una crítica constructiva, una opinión seria sobre cómo evitar esta situación.

Este tipo de noticias –más un cierto humorismo político– llenan los canales de televisión. A ninguno se le ocurre pensar que la televisión quiera o no quiera, no solo informa sino que también enseña. Y, por supuesto, la enseñanza que actualmente reparte es nefasta.

¿Se le ha ocurrido a algún noticiero que hay otras cosas que pasan en el país, como una discusión inteligente respecto de una gran película, la presentación de un nuevo libro o la noticia gráfica de que se ha abierto una interesante exposición de pintura? Antes sí, ahora a ninguno. ¿No hay comentarios sobre esos temas? No, porque esas cosas no interesan debido a que “la gente quiere ‘thriller’”. Pero eso que falta es precisamente la otra cara de la cultura de un país, a la que precisamente hay que darle el máximo interés y así se convertirá en un medio que ayude a la moderación de la violencia y al culto de la inteligencia, del arte.

El problema es que esa otra cara culta del Perú no da plata. Y como la plata y la “acción” se han convertido en las guías –cuando menos televisivas, pero también otras– de la sociedad nuestra, el Perú se reduce televisivamente a ser un país de choferes imprudentes, empresas de mente apretada, sicarios adolescentes, delincuentes veteranos (con “oficinas” en los penales), autoridades mediocres, temor político-administrativo de actuar, ineptitud para manejar las cosas de una manera inteligente por parte del Gobierno, ineficiencia e impotencia de la policía para controlar el tránsito... y así es posible seguir mucho más allá de los límites de esta columna.

Invoco a todos los que pudieran sentirse involucrados en esta dramática situación a recordar que el Perú es un país de una cultura ancestral que es preciso seguir cultivando y que no puede ser desplazada por las irresponsabilidades de unos pocos.