Maite  Vizcarra

Paseando por TikTok, lo que uno encuentra en abundancia son videos testimoniales de personas que, premunidas de su conocimiento o de lo que creen que saben, pontifican sobre todo.

En algunos casos, se trata de tutoriales sobre tal o cual ‘gadget’ que es insuperable; en otros, de clases maestras de lo que sea. Por ejemplo, el otro día me topé con el video de una persona que explicaba por qué las opciones de centro no tienen cabida en el mapa político, pues, de acuerdo con lo que decía, para existir políticamente, uno tiene que adscribirse o al blanco o al negro. Es decir, el mundo de las opciones políticas es un mundo binario.

Lo que esta persona explicaba con argumentos bien estructurados me llevó a la duda y a ejercitar esa práctica tan propia de los que venimos del mundo de la innovación: desandar lo andado vía la duda metódica o la retroingeniería.

Entonces, asumiendo que uno está condenado a tener que optar solo por dos opciones políticas, cómo se explicaría el comportamiento político que cada vez más personas expresan en las redes sociales –como X– en las que no se adscriben a la lectura de una sola fuente de información, sino a varias. Y no lo digo yo, sino interesantes estudios que se inclinan por demostrar que, en el mundo digital, la gran cantidad de información que se comparte da lugar a una variedad de preferencias que también afectan lo político (Cass Sunstein). Ello muestra que los ciudadanos de hoy en día siguen en Internet a actores políticos diversos, lo que refleja una tendencia a la volatilidad.

Si bien es cierto que las redes sociales han propiciado una suerte de cámaras de eco que se alimentan sobre todo de los contenidos de agresión y rabia de los más extremistas, hay evidencia empírica que demuestra que también se está produciendo una disonancia que sustentaría una conducta menos leal en el mundo de las ideas, y que resulta del consumo de mucha información transversal o de tendencia. Hoy el ‘clictivismo’ podría permitir que la gente desarrolle nuevas relaciones con las organizaciones políticas, que podrían ser mucho más promiscuas.

Entonces, encontrar discursos políticos más plurales probablemente empiece a ser la opción más sexy en los entornos digitales. De este modo, uno podría tender a ser socialdemócrata para temas sociales, liberal en lo económico y radicalmente verde en asuntos de medioambiente. Uno puede consumir en las redes sociales información e ideas de varios sabores, pese a la polarización.

Y es que el mundo ya no es tan binario como pensamos, y claramente se podría armar una organización política tipo Lego, sin que eso les cause escozor a algunos. Puede que el impacto de la digitalización esté impulsando una mayor promiscuidad en las ideas, y que esta dé lugar a opciones más flexibles.

Maite Vizcarra es Tecnóloga, @Techtulia

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