Toros, toreros y público, por Fernando de Trazegnies
Toros, toreros y público, por Fernando de Trazegnies
Fernando de Trazegnies

Una vez más nos encontramos en plena , pero en esta ocasión tenemos muchas novedades: la empresa ha cambiado y, por tanto, han variado los carteles y los . Como viejo aficionado –seis décadas en mi barrera de Sol–, me siento muy contento de que podamos ver nuevamente ahora a grandes toreros y, además, a toros españoles que, aunque con las irregularidades propias del viaje, constituyen lo mejor de la actual fiesta brava.

Las dos primeras corridas resultaron excelentes. Por otra parte, pese a la lamentable ausencia de Perera, a quien todos estimamos, tendremos (estoy escribiendo el sábado) un mano a mano de dos toreros excelentes: Castella, quien es quizá de lo ‘más mejor’ del toreo moderno, y a López Simón, a quien hemos visto en la televisión en un mano a mano con Talavante en Zaragoza, mostrando el brillo de la fiesta brava.

Pero esta vez tenemos algo aun más excepcional: hay toreros peruanos que tienen un lugar muy importante ante el Señor de los Milagros. La encerrona de Galdós con seis novillos promete una tarde inolvidable. Pude ver a Galdós en la temporada pasada frente a difíciles novillos y quedé muy impresionado por el dominio y la concepción clásica del toreo que surgía de sus actitudes frente al toro. Por otra parte, tendremos a Andrés Roca Rey, recién nominado torero con gran éxito en España, que promete ser un gran matador que hará honor al Perú.

Y, coronando esta feria tan bien escogida, nos encontramos con , maestro de maestros, quien ha aceptado sostener un mano a mano con nuestro joven torero peruano Andrés Roca Rey, lo que demuestra su amor por su discípulo y por el Perú. Estamos seguros de que será una tarde inolvidable.

Como es natural (aunque antipático), está la presencia de los antitaurinos, quienes gritan protestas sin fundamento y pintorescas frente a la entrada de Sol. Hace un año, al salir de la plaza, le pregunté a dos chicas y un viejo (como yo) que cargaban un cartel antitaurino: “¿Qué, y ustedes no comen carne?”. Y no me pudieron contestar. El problema radica en que el tema taurino se ha convertido en un tema político. ¿Quién protesta que a los toros se les destruya en una forma aparatosa en el camal para que todos los ambientalistas protestantes puedan comer un lomo con papas fritas? Matamos cada día inescrupulosamente gran cantidad de animales que no nos han hecho nada: moscas, gusanos, pulgas, pericotes, etc. Y ¿quién protesta por eso?

En cambio, la corrida de toros es una suerte de rito, en que todo está preparado en función de un acto especial, un acto humano-animal. 

Lo que cuenta en la corrida de toros es ese enfrentamiento artístico entre el hombre y el toro. El toro está especialmente criado para atacar, para pelear. A diferencia del toro y la vaca usuales, que solo están listos para extraerles la leche o para convertirlos en lomo asado.

Si se eliminaran las corridas de toros –hecho absurdo e incoherente–, la especie animal de toros de lidia, como tal, desaparecería. Aquellos que quieren defender a los toros con carteles acabarían matándolos si se suprimen las corridas, porque esa raza ya no tendría lugar en el mundo actual.

La argumentación poco difundida sobre la supresión radical de ciertos animales debe ser estudiada con mucho cuidado. Sabemos que los ‘animales domésticos’ (como el toro o la vaca) merecen ser muertos rudamente en el matadero. Francis Wolff, profesor de Filosofía de la Universidad de la Sorbona, en París, sostiene que el toro de lidia es una especie especial que no puede ser suprimida: eliminar al toro de lidia significaría suprimir una clase de animal, contrariamente a lo que promulgan los proteccionistas (ingenuos) de los animales.

Mientras todo esto se discute... ¡vivan los toros!