En la jerga boxística, el ‘swing’ se define como un golpe lateral largo balanceando el brazo, a diferencia del ‘jab’ (directo) o el ‘uppercut’ (gancho). Como es de público conocimiento, el presidente ha recibido un ‘swing’ que no lo pondrá nocaut, pero que hasta ahora, a juzgar por sus respuestas, lo está dejando algo ‘groggy’, mareado.
El escándalo surgió cuando el individuo que se hace llamar Richard Swing fue contratado en plena crisis, el 24 de abril, por el Ministerio de Cultura (Mincul) por 30.000 soles para motivar y mejorar el rendimiento laboral de sus trabajadores que, al igual que casi todos los empleados estatales y privados, no asistían a sus oficinas por la cuarentena. Inmediatamente se descubrió que el sujeto en cuestión no tiene ninguna calificación para laborar ni en esa ni en ninguna de las otras actividades de los 9 contratos que a lo largo del gobierno de Martín Vizcarra le habían asignado 6 sucesivos ministros.
Los ministros que lo contrataron declaran no tener amistad con él y nadie los ha desmentido. Los funcionarios de menor rango que firmaron los contratos tampoco son sus amigos. Varios dirigentes que intervinieron en la campaña de Pedro Pablo Kuczynski (PPK) en el 2016 sostienen que Swing participó en algunas actividades llevado por el entonces jefe de campaña, Martín Vizcarra. El individuo trató de obtener un contrato en el Mincul en el 2017, en el gobierno de PPK, y no lo consiguió porque obviamente no estaba capacitado para ello, según ha revelado el entonces titular Salvador del Solar. Solo cuando Vizcarra se convirtió en presidente su suerte cambió. Ha publicado, además, varias fotos suyas en ambientes de Palacio de Gobierno, es decir, tiene acceso a instalaciones a las que no puede ingresar nadie sin una autorización especial.
A estas alturas creo que no cabe ninguna duda: el único que pudo ordenar al Mincul que contraten a alguien de la calaña de Swing es el presidente Martín Vizcarra.
Cuando en uno de sus monólogos del mediodía el presidente se refirió al tema Swing, explicó que algunas personas que estuvieron en la campaña electoral obtenían puestos públicos. No se hizo responsable de sus contratos.
A partir de estas declaraciones muchos han especulado que el presidente le estaba pagando un favor a Swing. Yo no creo eso. Vizcarra no se caracteriza por ser leal ni agradecido con nadie. ¿Nueve contratos entre julio del 2018 y abril del 2020 por 175.400 soles para pagar un favor del 2016? Mi hipótesis es simple: no le están pagando favores pasados sino servicios presentes. ¿Cuáles? Ahí está el detalle, como decía Cantinflas.
Luego, en otro de sus monólogos, el presidente dijo sobre el tema Swing, indignado y levantando la voz, con mucha firmeza, que en su gobierno no había tarjetazos y que todos los contratos se hacían por méritos. Una obvia falsedad porque no cabe duda alguna de que Swing no fue contratado por sus calidades, sino porque fue recomendado por alguien que estaba por encima de los seis ministros que aceptaron sus prestaciones. El jueves ha vuelto a negarlo, como Pedro, por tercera vez.
De lo cual se desprenden dos cosas: la falta de liderazgo del presidente, que no es capaz de reconocer un error y afrontarlo, sino que le echa la culpa a otros –gobiernos anteriores, ministros, funcionarios– y se enreda en un asunto menor. Y que es capaz de faltar a la verdad con todo desparpajo, como cuando negó el tarjetazo, asegurando que en su gobierno solo se contrata por méritos.
No está claro que Swing o algún funcionario hayan cometido algún delito, pero ya se movilizaron la fiscalía, la procuraduría y el Congreso, al parecer en busca de algo de publicidad.
En cualquier caso, el presidente ha recibido un golpe que ha desnudado algunas de sus debilidades más notorias, al embrollarse en un asunto que pudo resolver admitiendo su falta y ofreciendo disculpas.
Otrosí digo. En noviembre y diciembre del año pasado la revista especializada “Defensa” publicó sendos artículos donde se informaba que el avión Antonov AN-178 adquirido por el Ministerio del Interior por 65 millones de dólares no tenía certificación ni ucraniana ni internacional, sin la cual no puede volar. También que por el conflicto con Rusia, Ucrania ya no recibía componentes críticos como motores o sistemas de aviónica. El Perú se convirtió en el primer país del mundo en comprar ese avión. Otros desistieron por los problemas mencionados. La misma publicación dio detalles del contrato que suscribió el Mininter. Ninguna autoridad respondió. Como es el gobierno de la anticorrupción no tienen que hacerlo.