Pocas veces ha habido una sorpresa tan esperada como el crecimiento de César Acuña. Desde hace más de un año se veía con claridad en las encuestas que a la tercera parte del electorado no le atraía ninguno de los cuatro líderes políticos más significativos: Keiko Fujimori, Pedro Pablo Kuczynski, Alan García y Alejandro Toledo.
Muchos sostenían entonces que el espacio estaba abierto para el surgimiento de un ‘outsider’. Otros afirmaban, en cambio, que el decepcionante desempeño del ex ‘outsider’ Ollanta Humala resultaba un buen antídoto a esa perspectiva. El problema de esta interpretación era que solo excluía a alguien del sistema pero no a un candidato sorpresa que surgiese desde abajo, dentro del sistema, un ‘underdog’, como lo llamé en mi columna del 30 de setiembre (Del ‘outsider’ al ‘underdog’).
Como ha observado El Comercio esta semana, Acuña no es un ‘outsider’ sino un ‘insider’. Ha sido congresista, alcalde reelecto y gobernador. Sin embargo, un candidato que pasa de 3% en julio a 6% en octubre y luego a 10% en la encuesta de Ipsos-El Comercio que hoy se publica, sí puede ser calificado como un ‘underdog’. Acuña ofrece al mismo tiempo el atractivo de la novedad –emprendedor exitoso, político no tradicional, no vive en la capital– y la imagen de no ser un improvisado. Su larga trayectoria en la gestión pública y universitaria es su carta de presentación. Por lo tanto, es posible que siga creciendo, especialmente entre el 25% de la población que dice que “no lo conoce ni de nombre”.
Pero Acuña también puede trepar y caer. Cinco meses antes de las elecciones del 2011, las encuestas las encabezaba Luis Castañeda con 24%. Como se sabe, terminó en quinto lugar. Castañeda también era un político experimentado que había destacado como alcalde, pero no pudo sostener la exigente campaña presidencial. Según parece, Acuña tiene “plata como cancha” para invertir en su candidatura, pero sus rivales son de mayor envergadura. No solo García, que ha ganado dos elecciones nacionales, sino también Fujimori y PPK, que tienen fresca la experiencia de la campaña electoral del 2011.
Un problema adicional para Acuña es que su imagen es todavía muy borrosa. Fuera de Trujillo, la gente sabe que es el fundador de una universidad y poco más. En honor a la verdad, es también una limitación de Keiko Fujimori. El poblador común sabe que es hija de Alberto Fujimori y poco más. Esas imágenes difuminadas son útiles al comienzo de la campaña porque le permiten al elector imaginar a su candidato favorito a su gusto; pero conforme avanza la campaña y empiezan las presentaciones más exigentes –como la que se viene en CADE el 4 de diciembre– las percepciones pueden cambiar. Si no que le pregunte a Castañeda cómo quedó luego de su nerviosa presentación en CADE 2010 en Urubamba. Algunos piensan que ahí empezó su debacle.
Alan García y PPK, en cambio, tienen imágenes muy definidas. García es considerado el candidato con mayor liderazgo, experiencia y carisma; y PPK como el más inteligente y capaz, así como el más honesto –aunque la mayoría piensa que ningún político lo es– pero ambos cuentan también con pasivos que limitan su crecimiento.
Los narcoindultos y otros casos de corrupción echan una sombra sobre García de la que le puede ser muy difícil desembarazarse. En el caso de PPK, su trayectoria empresarial y tecnocrática lo hace lucir distante del pueblo. Si no revierte esa imagen, no podrá crecer en los sectores populares. En cambio, la lideresa de Fuerza Popular es percibida como la más cercana a la gente. En esa cercanía reside probablemente su mayor fortaleza. Si algún candidato logra arrebatarle ese posicionamiento, le quitaría también una parte de su electorado que podría ser decisiva.
Los demás precandidatos presidenciales tienen por ahora pocas posibilidades. Enfrentan tres grandes barreras: la gran mayoría no los conoce, carecen de recursos para revertir esta situación y que, para el elector común, cinco alternativas son suficientes. Acuña ha ocupado el espacio de la nueva opción. Mientras él siga ahí –luchando contra Keiko, PPK, Alan y Toledo– es difícil que surja alguno más. Solo si el ‘underdog’ del norte se desmoronase se abriría el espacio para que el electorado considere otra opción. Entre tanto, si los candidatos chicos quieren persistir en su empeño, solo les queda ser muy imaginativos para llamar la atención.