En octubre del 2022, José Guillermo ‘Chemo’ del Solar dirigía al equipo de la Universidad César Vallejo. En un encuentro frente a Alianza Lima, el elenco trujillano terminó imponiéndose por tres a dos. El excrema, normalmente reservado en sus celebraciones, celebró el triunfo con un exabrupto. En la conferencia de prensa, interrogado por el contenido, pero llamativo festejo, Del Solar confesó: “Soy criado en Universitario y el rival de toda la vida será Alianza Lima… La Vallejo es mi equipo, he estado en la San Martín, he estado en Sporting Cristal que le tengo un gran cariño, pero yo a Alianza lo veo como el rival de siempre”.
Aquellas declaraciones de Del Solar resuenan a las actitudes del peruano que, en política, porta una “identidad negativa” como un rechazo específico que se convierte en la brújula de su trayectoria. Impedido por las circunstancias de ejercer sus afectos originales –el resentimiento hacia ‘Chemo’ de un sector de la hinchada de la ‘U’ que lo han alejado de ponerse el buzo crema, la volatilidad partidaria en el caso del elector peruano–, las subsiguientes afiliaciones aparecen como temporales, pragmáticas, de paso. La nostalgia (‘saudade’, para ser más preciso) que debe sentir Del Solar de no volver a vestirse de crema, no ha atenuado –quizás hasta alimenta– la animadversión profunda por el clásico rival.
Hay un punto de comparación entre las identidades partidarias y las futbolísticas. Ambas suelen formarse en ambientes de socialización primaria. Muchos aficionados al fútbol cuentan que son hinchas de su equipo “desde que nacieron” o “desde la cuna”, otra forma de indicar que el entorno familiar cultivó dicha afinidad deportiva. En el Perú contemporáneo –sin partidos duraderos en el horizonte– es difícil que los hogares sean incubadoras de preferencias políticas, pero alguna vez lo fueron. Las tradicionales familias apristas constituyen el mejor ejemplo de este punto. En la actualidad, qué duda cabe, en política predominan las identidades negativas –antifujimorismo y anticomunismo–. Pero en nuestra sociedad en su conjunto, quizás la futbolística sea una de las más relevantes identidades adquiridas. De hecho, un 65% de peruanos es hincha de algún equipo, según una encuesta de representatividad nacional que encargó 50+Uno a Ipsos.
Las identidades futbolísticas –como todas aquellas formadas en agencias de socialización primaria– pueden darnos cuenta de la estructuración de las sociedades. Datos provenientes de la encuesta mencionada evidencia que los seguidores de Universitario de Deportes son marcadamente distintos no solo de los de Alianza Lima –su clásico rival– sino también del resto de equipos. A diferencia de otros sondeos, este registra una diferencia importante entre las magnitudes de las hinchadas de los compadres (19% de cremas y 26% de blanquiazules), seguidos por los del Sporting Cristal (8%). Este porcentaje menor para los de Odriozola no debería tomarse como un demérito, sino todo lo contrario. Son menos, pero llenan más estadios, lo que habla de su militancia. Quedan relegados a un segundo plano las hinchadas regionales: Melgar de Arequipa y Cienciano del Cusco con 3% cada uno, y Sport Boys de El Callao con 2%. Pero la diferencia más llamativa radica en las composiciones sociales de estas aficiones.
La hinchada de la ‘U’ tiene un sesgo marcadamente capitalino, a diferencia de la de Alianza Lima (e incluso de la Sporting Cristal). En Lima, los cremas suman un 28% pero en el interior del país solo un 14%. En cambio, los blanquiazules y los celestes se distribuyen de manera más pareja. En el caso de los primeros, 28% en la capital y 26% en el resto del país; para los segundos un 8% en cada zona. En términos de niveles de ingreso, el porcentaje de hinchas merengues desciende con la pirámide social: 30% en el nivel socioeconómico (NSE) AB, 22% en el NSE C y 15 en el NSE DE. En cambio, las aficiones de los equipos de La Victoria y de La Florida son más constantes también en términos económicos: el 25% (NSE AB) y el 28% (en NSE C y NSE DE) entre los aliancistas; y el 6% (NSE AB), el 8% (NSE C) y el 9% (NSE DE) entre los rimenses. Esto obviamente tiene una réplica en el nivel educativo de las barras. Luego de aplicar modelos logísticos, el ser limeño, tener mayores niveles de ingreso y nivel de educación superior predice eficientemente el ser hincha de la ‘U’.
Este perfil “elitista” puede explicar que la ‘U’ sea el equipo más rechazado. Un 17% de encuestados indica que es el que más les desagrada, seguido por Alianza con un 15%. Sin embargo, la afición crema es menos ‘hater’ que la aliancista. El 45% de hinchas de la ‘U’ no detesta a ningún equipo; en cambio, este porcentaje es del 38% en los de Alianza Lima. Como era de esperarse, entre los clásicos rivales hay animadversiones recíprocas, pero matices importantes. El 41% de los hinchas de la ‘U’ son anti-Alianza, mientras que el 45% de los hinchas de Alianza Lima son anti-’U’. Más bien, son los del Sporting Cristal los que tienen más rechazo por Alianza (30%) que por Universitario (8%). Es interesante notar que lo que une a los anti-aliancistas (cremas, celestes, chalacos) es su afinidad por el modelo neoliberal. Lo que no significa que los cremas sean de derecha. De hecho, entre los anti-’U’ tiende a haber más simpatías por el fujimorismo.
Un primer análisis de la composición de las hinchadas de fútbol refleja cómo estamos divididos los peruanos. La evidencia no permite sostener que Alianza Lima sea el equipo del “pueblo”, pues la composición de su hinchada es bastante heterogénea socialmente. En cambio, Universitario podría ser interpretado como el equipo del establishment, no casualmente el que más veces ha sido campeón nacional. En ello puede fundarse su antihinchaje. Los hinchas de la ‘U’ más célebres son un Premio Nobel de Literatura y la última medalla olímpica de nuestro país. Lo que genera admiración, también envidia. No es casual que estas figuras sean objeto regularmente de antipatías y críticas mezquinas. No hay peor enemigo de un peruano (exitoso) que otro peruano.
Disclaimer: Soy hincha del mejor de los equipos.