El Congreso decidió no declarar la “permanente incapacidad moral” del presidente. Con ello, se evitó la vacancia de la presidencia.
Muchos congresistas optaron por el criterio pragmático. “Es inmoral, pero ahora no conviene”. Otros no creen que sea “inmoral permanente”.
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El caso no ha terminado. No hablamos de la moral personal, sino de la moral de funcionario, del ámbito aludido en la Constitución.
Hasta ahora no sabemos por qué y para qué el presidente recibió en Palacio de Gobierno a Richard “Swing” Cisneros. No sabemos qué conversaron.
Cisneros fue beneficiado con contratos en el Ministerio de Cultura por más de 150 mil soles. Las videoconferencias motivacionales que dictó no valen eso. Fueron, por tanto, contratos simulados.
¿Quién ordenó que lo contrataran?
Los audios revelados en el Congreso muestran al presidente Vizcarra armando una estrategia sobre cómo evitar que se sepa las veces que él se reunió con Cisneros.
Hay una omisión muy grave del presidente en una de las conversaciones con su asistente, Karem Roca. Ella dice que no declaró un martes “por el hecho de que a mí me dijeron que había un fiscal corrupto, que Óscar había hablado, que etc., etc.” (Audio 2, 21:14).
El presidente no reacciona ante esta alusión a un delito tan grave como el supuesto soborno a un fiscal.
El jefe del Estado deja pasar esta revelación de supuesta compra de fiscales como si nada. Más importante parece ser su discusión con la asistente.
El presidente parece responder: ‘tú no tienes nada que ver con eso, tú lo que tienes que ver es tu declaración’. Ahí se baja el volumen y se montan las voces. Un perito tendrá que determinarlo.
Karem Roca amenaza con frases como “cuándo quiere que renuncie” y “muchas cosas yo callo”. Martín Vizcarra no asume una posición de jefe y, menos, de jefe del Estado.
Vizcarra responde: “Estás trabajando diez años conmigo. En diez años, ¿has progresado o no has progresado?”
Quizá a Vizcarra lo movía el afecto de un “padre” hacia Karem Roca. Ese afecto, sin embargo, lo incapacitó para tomar esas decisiones.
Karem Roca negociaba un puesto público. El de su esposo o el suyo. El presidente hace llamadas delante de ella. Reconoce que antes hizo otras, para detener el cese del esposo en Cofopri. Luego, procede a dar la luz verde para el cese.
Se ve aquí la maquinaria del Estado carcomida por las termitas de los beneficios personales.
Según el presidente Vizcarra, los ministros irían en cinco minutos a una llamada de Karem Roca. Muchos funcionarios del Ministerio de Cultura están seriamente comprometidos en el caso ‘Swing’.
Hay puestos de trabajo que tienen relación con las amistades del presidente. El caso del esposo de la asistente es flagrante.
El presidente Vizcarra, con razón, habla de la deslealtad de una persona de su entorno cercano. Eso, sin embargo, es solo su responsabilidad.
Si el jefe del Estado se rodeara de profesionales, no habría este problema. No tendría que administrar los puestos de familiares de sus subordinados.
Si Vizcarra no hubiera recibido en Palacio a Richard “Swing” Cisneros, podría haber dedicado muchas más horas a las tareas de gobierno.
Esta es una incapacidad moral, aunque, claro, no es permanente.