La izquierda no ha podido procesar el fracaso de la marcha del 19 de julio. Para una de sus lideresas, Verónika Mendoza, ha sido un éxito porque ha mostrado diversidad de reivindicaciones.
Esta incapacidad para reconocer la realidad es el principal problema que enfrenta una propuesta para las masas.
En el Perú marcharon 21.000 personas, de las cuales seis mil lo hicieron por razones distintas a la “toma de Lima”. De los 15 mil restantes, solo cinco o seis mil marcharon en Lima.
Para quien proponía la renuncia de la presidenta Dina Boluarte y el cierre del Congreso, esto es un rotundo fracaso.
“La diversidad de reivindicaciones… –comenta Mendoza– lo veo (sic) como un valor, porque quiere decir que hay una vocación democrática”. (“Diario Uno”, 22/7/23, p. 3).
Esa diversidad demuestra que hay “una capacidad de la ciudadanía de marchar de manera conjunta con quienes no piensan igual que uno”. Así lo explica Mendoza.
La diferencia fundamental con las protestas de fines del año pasado y enero del 2023 ha sido la financiación. En las primeras marchas hubo traslado de grupos de personas desde las provincias hacia la capital. Por eso quisieron llamarlas “toma de Lima”.
En algunos casos, las propias comunidades financiaron el viaje de sus dirigentes. En algunos casos no se ha rendido cuentas hasta ahora. Es decir, estafaron a la comunidad, y la persona encargada del dinero desapareció.
Verónika Mendoza quiere “acabar con el régimen de Dina Boluarte”.
Dice que “si estuviésemos esperando a marchar y a organizarnos con quienes solamente piensan como nosotros, nunca vamos a acabar con el régimen de Dina Boluarte…”.
Mendoza no quiso acabar con el régimen de Pedro Castillo. Al contrario, colaboró estrechamente con él. Aportó, por su intercesión, la participación en el régimen de ministros y funcionarios de su agrupación política, de los que “solamente piensan como nosotros”.
Sabemos que el régimen de Castillo fue corrupto y totalitario. No fue accidental el golpe de Estado del 7 de diciembre del 2022. Estaba en los planes. Y en los planes, también, estaba usar a funcionarios menos polémicos, como Pedro Francke y Mirtha Vásquez.
Francke ha sido colaborador de Mendoza y, al parecer por esta vía, asesor, primero, y ministro de Economía, después, de Pedro Castillo.
Mirtha Vásquez dejó la presidencia del Consejo de Ministros del gobierno de Castillo en enero del 2022. Entonces, Mendoza tuvo unas palabras de aliento para ella.
Mendoza agradeció a Vásquez “por resistir a la cabeza de un Gabinete asediado por la derecha golpista y el terruqueo”.
Ese Gabinete era el de Juan Silva, hoy prófugo, y el de Geiner Alvarado, hoy detenido por actos de corrupción. En los días de ese Gabinete “asediado por la derecha golpista”, se emitieron decretos de urgencia que favorecieron la corrupción.
En octubre del 2021, en efecto, no solo juraron los ministros del Gabinete Vásquez. También se desplegó la corrupción de Sada Goray en el Fondo Mivivienda.
Mendoza tiene la intención de, y cree que es bueno, “acabar con el régimen de Boluarte”. Nunca se ha referido a Castillo como “golpista”.
Mientras la izquierda no haga una crítica de lo que pasó con Pedro Castillo, no tendrá ningún futuro. Seguirá disgregada, atomizada y tan desorientada como Verónika Mendoza.