“Sus obras muestran a la gente vinculada a su instinto de supervivencia, la utopía moderna. No necesitaban este premio, pero lo merecen”. (Ilustración: Víctor Aguilar Rúa).
“Sus obras muestran a la gente vinculada a su instinto de supervivencia, la utopía moderna. No necesitaban este premio, pero lo merecen”. (Ilustración: Víctor Aguilar Rúa).
Alonso Cueto

El Premio Nobel de Literatura concedido es una muestra del buen criterio de los jurados, algunos de cuyos miembros ahora no pertenecen a la Academia Sueca (después de los ). Por otro lado, el nombre de los ganadores responde a una obra literaria interesante y original, que deja en la memoria de sus lectores personajes memorables. Podía decirse lo mismo del ganador del 2017, , pero no de Bob Dylan, cuyo premio fue, en mi opinión, un error de concepto total (y no por su música, que me gusta mucho).

Los ganadores vienen de Austria y Polonia, países que no pertenecen a la Europa central, y ambos tienen historias familiares en las que se confabulan temas de distintos países y regiones. Sus personajes son viajeros y a veces vagabundos. Cruzan fronteras y, como en el caso de la obra de Tokarczuk “El viaje de la gente del libro”, van en busca de la felicidad que les pueden dar las palabras y las reflexiones. En una novela de la misma autora, llamada “Un lugar llamado Antaño”, una serie de generaciones tratan de encontrar la felicidad en un pueblo con un nombre ficticio donde unos arcángeles los vigilan. En su obra “Flights”, por otro lado, se mezclan protagonistas de tiempos y espacios distintos. Uno de ellos es un polaco que busca a su esposa e hijo en una isla croata. Otro es una madre abnegada que sale por la ciudad y se relaciona con los pordioseros. Como ha dicho James Woods, la movilidad y la curiosidad son los grandes motores de las acciones de los personajes de Tokarczuk. En la escritora polaca la migración aparece como un tema esencial. Todo lo que ven los personajes de esta escritora de 57 años parece interesante y atractivo. Tokarczuk siempre defendió a los inmigrantes en Europa, lo que le valió serias acusaciones de antipatriotismo por algunos de los fascistas de turno.

El galardonado del 2019, Peter Handke es, a diferencia de Tokarczuk, muy conocido entre los lectores de habla española. Nacido en 1942, sus libros traducidos por distintas editoriales (Alianza Editorial y Alfaguara, entre ellas) han encontrado lectores en nuestra lengua desde los años 70. En 1972 apareció en español “Desgracia impeorable”, un libro que aborda el suicidio de su madre de origen esloveno (quien perdió a sus hermanos en un campo de concentración). Pero el personaje más memorable de la obra de Handke es Bloch, el protagonista de “El miedo del portero al penalty”. Después de jugar como arquero, y de tener un empleo sin importancia, Bloch es despedido y camina por la ciudad. Sus pensamientos son entrecortados, vacilantes, minuciosamente desesperados. Pronto uno comprende que la violencia anda cerca. Otro libro de Handke, “La tarde de un escritor”, habla también del maravilloso paseo de un escritor que está atento al mundo que se le aparece.

Handke es conocido como caminante, y no solo de calles, sino también de géneros literarios. Ha escrito varias obras de teatro y es conocida su relación con Wim Wenders en grandes películas como “El cielo sobre Berlín”, cuyo guion contribuyó a escribir. Handke siempre fue polémico, entre otras razones, por su apoyo a la causa serbia en la guerra y por sus ataques al Premio Nobel de Literatura que ahora recibe. Pero la Academia Sueca es una de las pocas instituciones que aman a los rebeldes.

Los dos ganadores de este premio son aventureros comprometidos con la humanidad sencilla y profunda de sus personajes. Sus obras muestran a la gente vinculada a su instinto de supervivencia, la utopía moderna. No necesitaban este premio, pero lo merecen.

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