“Fabriquen algo más inteligente y no historias de Chucky con su novia”. Con esta referencia cinematográfica, la presidenta Dina Boluarte intentó restar crédito a las versiones que señalan que el vehículo presidencial –conocido como “cofre”– fue utilizado para facilitar la fuga del prófugo Vladimir Cerrón. Boluarte no explicó quién sería Chucky en este relato, y quién su novia. Dejó la duda flotando en el aire.
Donde hay indicios por investigar, ella solo ve una película e intenta culpar a los supuestos guionistas. No obstante, la opacidad y falta de transparencia del propio Ejecutivo pueden terminar por convertir esta historia en una franquicia. Nunca dieron explicaciones claras sobre los motivos de la presencia del Lexus presidencial en el grifo Primax de Sarapampa el pasado 24 de febrero, a pocos metros del condominio en Asia donde habría estado oculto Cerrón. Además del silencio, añadieron una sensación de turbiedad al asunto cuando Palacio de Gobierno decidió clasificar como “reservada” la información sobre el “cofre”, luego de que dos periodistas solicitaran información sobre sus desplazamientos.
El frustrado operativo en Asia para detener a Cerrón ocurrió el 17 de enero. La presencia del auto presidencial se registró el 24 de febrero. Hay más de un mes de diferencia entre ambas fechas. Un gobierno con la conciencia tranquila saldría al frente de las acusaciones de inmediato, aclarando las razones de la presencia del vehículo en la zona. No lo han hecho y, más bien, han alimentado las sospechas con el secretismo y su absurda negativa a brindar información a la prensa.
Cerrón acurrucado en cucharita en una maletera oficial es una teoría que debe ser aclarada e investigada hasta el final. Pero no descartemos tampoco otros factores, más frívolos y banales, detrás de la trama del carro negro en un grifo del sur. Quizás cuando se desenrede el hilo descubramos que esta película no era de terror, ni tampoco policial o de suspenso, sino un musical o una comedia de situaciones.