El 20 de agosto, el Gobierno declaró en emergencia el sistema educativo durante el segundo semestre del 2021 y el primer semestre del 2022. Este lunes, el Ministerio de Educación (Minedu) aprobó el plan que precisa las medidas a ser priorizadas en los próximos meses para brindar continuidad y calidad a los aprendizajes de más de ocho millones de niños, adolescentes, jóvenes y adultos. El plan prioriza seis ejes de acción que incluyen temas como la recuperación de aprendizajes, el desarrollo de la profesión docente, la educación superior, la atención a población vulnerables, la innovación tecnológica y la descentralización. Si bien estos son aspectos cruciales para la reactivación educativa, incrementar el número y la velocidad en la reapertura de las instituciones educativas a nivel nacional constituye el principal reto que enfrentará el Gobierno próximamente.
Al 13 de setiembre, 6.200 escuelas funcionaban de manera semipresencial a nivel nacional, lo que ha permitido que 254.177 estudiantes y 18.185 docentes vuelvan a las aulas. El 97% de estas escuelas se concentran en el ámbito rural. Las regiones con más escuelas abiertas son Loreto, Ucayali y Ayacucho. Hace una semana, se inició la educación básica semipresencial en Lima, con la reapertura progresiva de 16 colegios. Asimismo, existen 76 mil escuelas habilitadas para reabrir, pero que aún no inician actividades. Los avances realizados en materia de reapertura de escuelas por la gestión del ministro Cadillo son alentadores, pero el reto por delante es enorme, complejo y nos encuentra retrasados en comparación con los países de la región.
Dieciocho meses con escuelas cerradas han tenido un enorme impacto educativo, social y emocional en niños, niñas y adolescentes. Volver a clases no solo es importante, sino sobre todo urgente. El desafío que enfrentamos en el Perú es educativo, presupuestal, pero también comunicacional. Las últimas semanas han mostrado un panorama preocupante a nivel de la opinión pública. Varios medios de comunicación reportaron de manera inexacta la correcta aplicación de protocolos sanitarios en un colegio en La Molina, basadas en declaraciones sesgadas de voceros de organizaciones de dudosa legitimidad. Observamos cómo, en cuestión de horas, la noticia inexacta se volvió falsa y alimentó cadenas de desinformación en redes sociales y chats familiares y escolares. Si bien el Minedu aclaró la noticia 24 horas después, el daño ya estaba hecho. Recordemos que la experiencia internacional y nacional nos muestra que #VolverAClases es un proceso seguro.
El Perú debe evitar que las noticias falsas que afectaron el proceso de vacunación afecten también a la educación. De acuerdo con la normativa vigente, el proceso de reapertura de escuelas es voluntario e incluye el cumplimiento de “condiciones sociales”; es decir, un consenso en la comunidad escolar (directores, docentes, padres), indispensable para solicitar la reapertura ante la UGEL. Las noticias falsas y la desinformación hacen un daño profundo en la viabilidad de este proceso.
Si bien el Minedu lidera la reapertura de escuelas, requiere el respaldo y el compromiso del Gabinete. Resulta urgente que el Ministerio de Salud (Minsa) tenga una vocería más activa en este debate, siendo necesario su apoyo en la lucha contra las noticias falsas a fin de generar confianza en la ciudadanía. Por otro lado, será importante que el Minsa cuente con un espacio institucional (comité, mesa de trabajo, etc.) dedicado exclusivamente a la educación, así como se hizo con la Federación Peruana de Fútbol para la reapertura de los estadios.
Finamente, urge frenar la estigmatización de la justa demanda por un retorno a clases. No es un problema de “madres aburridas”, “padres malos” o “colegio pitucos”, sino una demanda sentida por diversos sectores de la sociedad. Como fue reportado por Ojo Público, el último viernes indígenas asháninkas de 48 comunidades del distrito de Río Tambo iniciaron una huelga para que el Gobierno Regional de Junín reanude las clases presenciales. Las pérdidas de aprendizajes e impactos en salud mental que afectan a los niños y adolescentes, sobre todo a los más vulnerables, deben inyectar un sentido de urgencia en la sociedad. Como señala el Minedu, enfrentamos un momento “histórico y excepcional” para recuperar la educación. Sumemos desde donde nos toque para que cada niño y adolescente pueda volver a clases lo más pronto posible
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