Francisco Martín Moreno es uno de los escritores más conocidos de México y varias de sus novelas históricas han encabezado las listas de ‘best sellers’.
De manera que me sorprendí mucho cuando me contó que está teniendo dificultades para promocionar su nuevo libro, una novela basada en el presidente Andrés Manuel López Obrador. La novela, titulada “Ladrón de esperanzas”, trata sobre un presidente ficticio llamado Antonio M. Lugo Olea. Sus iniciales son las mismas que las del actual presidente de México: AMLO.
Su antecesor en el libro es otro personaje ficticio llamado Ernesto Pasos Narro. Sus iniciales, EPN, son las mismas que las del reciente presidente Enrique Peña Nieto. La portada del libro muestra una imagen, tomada desde atrás, de AMLO –el verdadero–.
El AMLO de la novela es un líder bien intencionado pero mesiánico y errático, que miente todo el tiempo, a veces sin estar consciente de ello. Son algunas de las cosas que sus críticos le endilgan al actual presidente mexicano.
“Esta es mi primera novela periodística escrita en tiempo real”, me dijo Martín Moreno. “Y estoy teniendo muchos problemas para difundirla”.
A diferencia de lo que sucedió cuando lanzó sus libros anteriores, le está costando que los periodistas lo entrevisten sobre su nueva obra.
“Debo haber enviado unas 60 cartas a los presentadores de radio y televisión, y solo cuatro o cinco me respondieron”, dijo. “Cuando escribí mi libro anterior, que trata sobre la historia del henequén en Yucatán, me llenaban de invitaciones para entrevistarme”.
Cuando le pregunté si cree que AMLO está tratando de censurar su libro, Martín Moreno me dijo: “No es censura, sino autocensura. Los periodistas le tienen pánico a este hombre. El miedo está aflorando a una velocidad sorprendente”.
Puede ser el miedo a AMLO, el miedo a sus partidarios o simplemente el miedo de ir contra la corriente. AMLO fue elegido con el 53% de los votos y su popularidad se ha disparado desde entonces. Una nueva encuesta del diario “Reforma” muestra que tiene un índice de aprobación del 78%.
En los últimos días, AMLO arremetió contra el diario “Reforma”, acusándolo falsamente de silenciar los escándalos de corrupción en los 90. “Reforma” también informó que su principal accionista ha sido convocado por las autoridades impositivas para interrogarlo sobre una factura tributaria trivial, en aparente represalia por las recientes investigaciones periodísticas del diario.
Lo que es igual de preocupante, hay ejércitos de tuiteros bien organizados que están atacando e intimidando a los periodistas que se atreven a hacerle preguntas difíciles al presidente o que lo critican.
Tal vez como resultado de este tipo de intimidaciones, las conferencias de prensa diarias de AMLO rara vez incluyen preguntas difíciles. A menudo son seguidillas de elogios al presidente disfrazados como preguntas, y frecuentemente de parte de medios muy poco conocidos o prácticamente inexistentes.
Todas estas son malas señales para el futuro de México. Si hay un clima de intimidación contra los periodistas críticos en momentos en que la popularidad de AMLO es del 78%, ¿qué pasará cuando disminuya, como probablemente pasará cuando el presidente se quede sin dinero para dar aumentos salariales?
México todavía tiene una importante reserva de periodistas muy valientes, pero el peligro es que ellos –y novelistas como Martín Moreno– pronto sean eclipsados y silenciados.
En momentos en que el presidente de México tiene poderes casi sin precedentes –incluyendo una gran mayoría en el Congreso– una prensa independiente es la mejor garantía de que el país conserve un sistema de pesos y contrapesos. Sin eso, México pronto podría tener una presidencia imperial populista.
–Glosado y editado–
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