“Los aportes cara-a-cara tienen una sola finalidad: 'quiero que sepas que yo te estoy pagando'. Keiko Fujimori recibía de estos 'empresarios' una remuneración mensual”. (Foto: Archivo).
“Los aportes cara-a-cara tienen una sola finalidad: 'quiero que sepas que yo te estoy pagando'. Keiko Fujimori recibía de estos 'empresarios' una remuneración mensual”. (Foto: Archivo).
/ RENZO SALAZAR
Federico Salazar

Los aportes a por parte de empresarios no se reducen a los de y Credicorp. Incluyen, según reciente sindicación, a empresarios vinculados al ‘club de la construcción’.

Se llama a un sindicato de constructoras organizadas para adjudicarse obras y hacer pagos de sobornos.

Algunos “empresarios” de este club delincuencial habrían financiado las campañas del 2011 y el 2016 de Fujimori, , aspirante a colaborador eficaz en el Ministerio Público.

El dinero recogido nunca habría sido reportado a la ONPE. No se trata, sin embargo, de un mero aporte electoral no contabilizado. Se trata de una vinculación sistemática con la lideresa de Fuerza Popular.

Yoshiyama Sasaki ha contado que en el 2013 reunió a varios “empresarios” que aportaban S/1.000 cada uno. En el 2015, más cerca del proceso electoral, el aporte subió a US$1.000 cada uno.

“Hacia finales de 2012, Keiko Fujimori me pide personalmente si puedo juntar un grupo de amigos empresarios que estarían interesados en apoyar su candidatura y que la modalidad sería una reunión cada dos o tres meses con todas estas personas en algún sitio privado…”, dice el aspirante a colaborador.

Usualmente era una cena. “Ella contaba sobre su campaña, sus planes de gobierno, lo que estaba haciendo en el interior del país, y los integrantes del grupo le hacían preguntas y le ofrecían algunos consejos…”, sostiene Yoshiyama Sasaki.

Aparentemente, se trataría de una contribución de empresarios a un partido político. No es así desde el momento en que los aportes no han sido reconocidos como tales.

En el 2013, no había proceso electoral. Aunque hablaban de lo que hacía en el interior del país, el dinero era entregado a la lideresa, no al partido.

Los aportantes tendrán que dar explicaciones y hacer sus descargos. Lo que es evidente, además de las consecuencias penales, es que se estaba creando un mecanismo de clientelaje entre “empresarios” y la jefa de un partido político.

No la organización política, formalmente, sino ella, subrepticiamente, recibía el dinero. En caso Fujimori hubiera ganado las elecciones, ¿no pedirían ningún favor, no activarían ningún contacto?

Una vez instalado un gobierno fujimorista, estos constructores, ¿nunca llamarían a Jorge Yoshiyama Sasaki? ¿Nunca tendrían acceso privilegiado a licitaciones, obras y otros negocios con el Estado?

Fuera del proceso electoral fueron dos años. ¿Dos años aportando bajo la condición de verse las caras con la candidata?

Los aportes cara-a-cara tienen una sola finalidad: “quiero que sepas que yo te estoy pagando”. Keiko Fujimori recibía de estos “empresarios” una remuneración mensual.

¿Puede decir Fuerza Popular que nunca legisló en interés de estos aportantes? ¿Puede decir Fuerza Popular que, de haber sido gobierno, estos “empresarios” no hubieran obtenido privilegios?

Estas cenas de Keiko Fujimori con los aportantes revelan el nivel mayor de degradación de la política. La política por esta vía se mercantiliza y, en consecuencia, el mercado se politiza.

Si se comprueban las imputaciones, estos “empresarios” no lo serían de verdad. Serían negociantes del privilegio, del lobby y la influencia. No competirían por sus capacidades, sino por su acceso a la jefa de un partido político.

El mercantilismo es el sistema económico que se basa en la asignación de rentas por la vía política. Esto es peor, porque es corrupción: es un sistema basado en la asignación de rentas por la vía del soborno asolapado.

Keiko Fujimori, finalmente, no llegó al gobierno. Tuvo, sin embargo, en sus manos a la mayoría congresal más importante de los últimos tiempos.

El Congreso de mayoría fujimorista no hizo nada importante en cuanto a legislación. Más bien provocó y dio facilidades a Martín Vizcarra para cerrarlo ilegalmente.

Nunca olvidaremos la imagen de Héctor Becerril increpando a Vizcarra: a ver, pues, “que cierre el Congreso… ¡qué!... ¿le tiemblan las piernas?”.

Keiko Fujimori es investigada por varios delitos. Las declaraciones de Yoshiyama Sasaki se suman a los indicios y pistas.

Antes de que la fiscalía formule su acusación ante el Poder Judicial, sin embargo, ya sabemos a qué tipo de orden político postulaba. Lo sabemos, y lo condenamos.

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