Editorial 1: No estamos para bromas
Editorial 1: No estamos para bromas

Un día después de haber declarado ante la prensa que ya tenía definido al primer ministro de su futuro gobierno y que sería “hombre, independiente, joven y gordito”, Pedro Pablo Kuczynski sostuvo que aquello había sido una broma. Y como para confirmarlo, añadió: “Ahora el primer ministro tiene pelo verde, aretes y toca guitarra”.

Sin embargo, lejos de provocar risas, el presidente electo causó con esa intervención desconcierto en la ciudadanía. Primero, porque más allá de la jovialidad con la que hizo el pronunciamiento inicial, nadie tuvo la impresión de que estuviera de chanza. Y segundo, porque, quiéralo o no, sus comunicaciones cotidianas con los medios tienen el estatus de anuncios casi oficiales sobre la administración que se instalará el 28 de julio.

Lo señalado por el próximo mandatario dejó, en efecto, la sensación de que, aunque en tono risueño, era una referencia a una persona específica. Tanto así que desató una corrida de especulaciones alrededor de dos o tres nombres verosímiles para el cargo.

¿Qué provocó la marcha atrás? Quizá una escalada de presiones de parte de quienes pudieran haberse sentido desplazados por el inminente nombramiento, o quizá simplemente la brusca conciencia de que se estaba exponiendo de manera innecesariamente anticipada al futuro primer ministro.

Sea como fuere, a esa aparente torpeza original la sucedió otra peor, pues el recurso de sugerir que todo había sido una humorada le quita, por contagio, seriedad a todos los otros anuncios del presidente electo. Pues si debemos asumir que aquello fue un chiste, ¿por qué no podrían serlo también la notificación de que el titular de Economía será Alfredo Thorne o la confirmación de Julio Velarde como presidente del BCR?

La ligereza expresiva ya le jugó más de una mala pasada al señor Kuczynski durante la campaña. ¿No sería adecuado entonces dejarla de lado ahora que ya tiene la responsabilidad del mando prácticamente sobre sus hombros?