Un policía custodia la escena del asesinato de un taxista que fue acribillado por sicarios en Independencia, el pasado 28 de setiembre (Foto: Diana Marcelo/@photo.gec).
Un policía custodia la escena del asesinato de un taxista que fue acribillado por sicarios en Independencia, el pasado 28 de setiembre (Foto: Diana Marcelo/@photo.gec).
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Editorial El Comercio

El problema de la inseguridad afecta a todo el país, pero en Lima y Callao la situación se ha desbordado de forma particularmente alarmante, sin que las autoridades parezcan tener una estrategia eficaz para enfrentarlo.

En la capital, se denuncia un robo ante la PNP, la mayoría de ellos bajo la modalidad del raqueteo: grupos o parejas de maleantes que viajan en moto o en autos de alta gama y van tras una víctima previamente establecida o elegida al azar para quitarle sus pertenencias (billeteras, celulares, relojes costosos). Y de manera cada vez más violenta.

Se calcula, además, que un 80% de las personas que son objeto de estos ataques se resignan a la pérdida y no acuden a la policía. Si lo hicieran, el conteo de las denuncias se haría por segundos.

Peor aún es la situación del sicariato en la ciudad. Solo en setiembre se han registrado entre Lima y Callao. Ejecuciones a sangre fría, perpetradas en lugares públicos y a la luz del día estremecen de manera casi cotidiana la capital desatando el pánico entre la población, pues si bien los móviles son, por lo general, disputas territoriales y ajustes de cuentas entre bandas, muchas veces ciudadanos inocentes terminan atrapados en el fuego cruzado que este tipo de crímenes desata.

Mientras tanto, las municipalidades distritales destinan una porción cada vez más importante de sus recursos al serenazgo, el patrullaje y el monitoreo de lo que ocurre en las calles a través de cámaras. Pero todos sus esfuerzos se ven rebasados por una delincuencia que, ante los débiles reflejos del Estado, se siente omnipotente. Y lo más grave de todo es que suelen estar en lo cierto.

¿Tiene el actual Gobierno y en particular el Ministerio del Interior una estrategia para combatir esta dramática situación? Si la tiene, ha de ser una estrategia secreta, pues hasta el momento no se ve ni asomo de ella en la confrontación de los peruanos de a pie con estas diarias dosis de violencia. El único cambio detectable en realidad es que lo que ya estaba mal, ahora está empeorando.