El Ejecutivo tiene la compleja tarea de llevar a cabo una agresiva campaña de descarte que comprenda a la mayor cantidad de personas posible, para identificar de la manera más atinada posible quiénes son los ciudadanos infectados
El Ejecutivo tiene la compleja tarea de llevar a cabo una agresiva campaña de descarte que comprenda a la mayor cantidad de personas posible, para identificar de la manera más atinada posible quiénes son los ciudadanos infectados
Editorial El Comercio

La llegada del al Perú, y su vertiginosa expansión por todo el globo, ha puesto la atención ciudadana en el número de contagios que el país registra. Así, ayer, el informó que existen 852 infectados en nuestro territorio, 181 más que los reportados el sábado. Y la cifra, lamentablemente, está condenada a aumentar con el paso de los días y también la cantidad de compatriotas que necesitarán ser tratados en un hospital (algunos de ellos en las unidades de cuidados intensivos).

Pero más que el número de enfermos per se, lo que importa es cómo este crece y las razones detrás de ello. Los 852 alcanzados en las postrimerías de la semana anterior se explican, en gran medida, por un aumento de las pruebas realizadas. En efecto, si para el sábado se habían llevado a cabo 831 nuevos exámenes, para el domingo se hicieron 1.773 adicionales, y mientras más personas son sometidas al análisis, más diagnósticos positivos habrá.

De acuerdo con los expertos y, sobre todo, con la cabeza de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom, una de las armas más formidables para enfrentar este trance planetario es, en efecto, la cantidad de pruebas que se realizan. De esta manera, la amenaza invisible empieza a hacerse visible y su contención puede ser más efectiva. El caso más paradigmático es el de Corea del Sur que, como informó este Diario ayer, viene haciendo 7.324 evaluaciones por cada millón de habitantes –complementando esfuerzos públicos con privados–, una situación que, acompañada por medidas de aislamiento focalizadas, ha desembocado en una efectiva reducción de la tasa de contagios. El Perú, para el domingo, venía llevando a cabo 349 exámenes por cada millón de coterráneos.

El Gobierno se ha propuesto aumentar la cantidad de evaluaciones realizadas y con ese fin anunció hace algunos días la compra de 1,6 millones de muestras adicionales: 1,4 millones serán serológicas (o rápidas) y las 200.000 restantes serán moleculares. Aquellas, como ha explicado el ministro de Salud, son menos precisas que estas últimas, pero, como ha dicho, contribuirán a mapear la expansión de la epidemia.

No obstante, durante las dos semanas que le restan al, y con el aislamiento que la gran mayoría de peruanos está acatando, el Ejecutivo tiene la compleja tarea de llevar a cabo una agresiva campaña de descarte que comprenda a la mayor cantidad de personas posible, para identificar de la manera más atinada posible quiénes son los ciudadanos infectados, dónde se encuentran y qué personas de su entorno pueden haberse contagiado. Si esto se hace de manera correcta –y para lograr esta meta será muy importante que la cuarentena se cumpla de forma rigurosa–, el Estado tendrá mayores herramientas para determinar el eventual, y paulatino, levantamiento de las restricciones. El logro de esto, asimismo, nos acercaría a regresar a la normalidad.

La lucha contra el coronavirus, empero, se libra en múltiples frentes y, aunque creemos que el de las pruebas es fundamental (y países como Corea del Sur son un ejemplo de ello), también hay que mantenernos atentos a las necesidades que empezará a padecer nuestro sistema de salud. A pesar de que todavía no alcanzamos sus límites, tenemos que operar asumiendo que ello ocurrirá tarde o temprano y la obtención de ventiladores mecánicos se hace cada vez más importante. Mucho de esto dependerá de la oferta disponible, habida cuenta de que el mundo entero los reclama, pero es necesario que se haga todo lo posible para tenerlos. El apoyo de la Confiep, cuya presidenta ha anunciado la donación de 200 de estos artefactos, es encomiable

Como dijimos hace unos días, no podemos bajar la guardia y cada arma de nuestro arsenal (no solo público, sino también privado) debe ser puesta en práctica.

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