Para la llamada ‘pareja presidencial’, Martín Belaunde Lossio (MBL) es un mal recuerdo. Los registros de lo estrecha que solía ser su relación desde la campaña del 2006 en adelante son abundantes, pero traerlos a colación frente al mandatario o a la señora Heredia parece ser percibido por ellos como un gesto de hostilidad y suele merecer de su parte una áspera reacción.
Cuando el prófugo empresario acababa de ser ubicado en Bolivia, por ejemplo, a la sola mención de los vínculos antes señalados durante un diálogo periodístico ocurrido en Palacio, el jefe del Estado reaccionó reclamando “elevar el nivel de la conversación” y poniendo sobre el tapete que aquello era “una entrevista con el presidente de la República”, como si el protocolo exigiese que solo se abordasen con él asuntos amables.
Y particularmente sintomático fue también el que, hace cerca de un mes, aludiera a quienes insisten en investigar a la primera dama por sus pasadas relaciones laborales con MBL con la expresión “jauría de cobardes”.
No obstante, mientras el viejo colaborador de los Humala-Heredia permanecía en Bolivia envuelto en una guerra de recursos y apelaciones que daba la impresión de no tener fin, toda esa irritación verbal era desplegada sin riesgo de ser retada inmediatamente por alguna declaración comprometedora de su parte. Pero ahora ese escenario podría estar a punto de cambiar.
Como se sabe, ayer el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) del país altiplánico decidió de manera inapelable y por unanimidad aceptar la solicitud del Estado Peruano para que MBL sea extraditado. Y si bien el Tribunal Constitucional boliviano tiene que pronunciarse todavía sobre el recurso de inconstitucionalidad interpuesto por su abogado contra esa solicitud, se estima que esto debe producirse en los próximos días, pues el 21 de mayo vence la orden de arresto domiciliario que pesa sobre él y cabe suponer que se tratará de evitar el riesgo de fuga.
Si todo sucede como se anticipa, MBL podría estar entonces en nuestro territorio antes de un mes, obligando a refrescar en la memoria todo aquello de lo que la ‘pareja presidencial’ ha tratado de desentenderse tan persistentemente.
¿A qué nos referimos? Pues, para empezar, a las precisiones que el eventual extraditado pudiese brindar sobre los 265 mil soles que aportó a la campaña nacionalista del 2006 y sobre la consultoría que su empresa Soluciones Capilares le confió poco después a Nadine Heredia, a pesar de no ser ella una entendida en el combate a la calvicie. Lo más llamativo de ese caso, además, es que, aun cuando nunca llegó realmente a funcionar, la empresa desembolsó 30 mil dólares de retribución por el trabajo.
Nos referimos también a la información que MBL pudiese ofrecer sobre la supuesta donación de su padre, Arturo Belaunde Guzmán, a esa misma campaña (ascendente a 132.240 soles, según la relación de aportes presentada en esa oportunidad), y que recientemente este último ha negado. Y, en general, a lo que pudiese revelar acerca de los contratos del Estado con la empresa Antalsis: una constructora que durante este gobierno se benefició con obras por más de 150 millones de soles y de la que MBL se presentaba como socio.
¿Y qué es lo que hace pensar que el ex colaborador de los Humala-Heredia pudiera estar más locuaz ahora de lo que estuvo antes sobre todo esto? Pues, por un lado, el cambio que se operó en el discurso del propio mandatario desde su remoto pedido de tratar la situación de su antiguo amigo “con prudencia” hasta el “nadie tiene corona” de los últimos tiempos. Un cambio que ya meses atrás motivó en Belaunde Lossio la frase “gratis yo no me voy a ir a la cárcel”, de evidentes resonancias amenazadoras. Y, por otro, su reclamo, constante desde que fue retenido en Bolivia, de ser un “perseguido político” en el Perú: una acusación que solo puede estar referida a quien ejerce el poder en el país.
La posible extradición del tantas veces negado MBL representaría, pues, para los actuales inquilinos de Palacio, indudablemente una situación equivalente al retorno de lo reprimido. Y ya sabemos por los manuales de psicología profunda que aquello suele venir acompañado por violentas manifestaciones reactivas. Pero nada de eso debe distraer a quienes investigan estos casos de la determinación de llegar al fondo en ellos, porque la probidad de un gobierno no es asunto ligero.