Después de tres años de escuchar sobre un posible tratado de libre comercio (TLC) con la India, parece que la semana que viene, finalmente, nos acercaremos un poco más a concretarlo: funcionarios peruanos se reunirán en Nueva Delhi con representantes del Gobierno Indio, buscando discutir un próximo inicio de negociaciones formales.
La noticia no podría venir en un momento más oportuno: en plenas (e insuficientes) reformas prorreactivación, el Gobierno ha recibido la preocupante noticia de que nuestras exportaciones han caído en 11% en el primer semestre del año. Una caída, que, por lo demás, solo viene a sumarse a la de 10,5% experimentada el año pasado.
Así las cosas, ¿qué puede hacer el Gobierno para aumentar los montos de nuestras exportaciones? Pues lo mismo que – publicidad y mejoras en el producto aparte– puede hacer cualquier vendedor requerido de contrarrestar una caída en sus ventas: bajar sus precios. Y eso es precisamente lo que logran los TLC: hacer más baratos los precios de nuestros productos en otros mercados, al disminuir o anular, según los casos, los aranceles y demás derechos que estos tienen que pagar para entrar a ellos.
Por otra parte, los TLC que firmamos son también una excelente noticia para los consumidores peruanos, que tienen acceso de esta forma a más productos a menores precios.
Uno de los mejores ejemplos para ilustrar lo que puede significar un TLC lo da el caso del que firmamos con Estados Unidos. Para frustración de aquellos que anunciaban durante años una serie de desastres económicos si se firmaba este tratado –entre quienes se encontraban los más afanosos proteccionistas acompañados de un ex presidente– a finales del 2013, casi cinco años después de entrar en vigencia el TLC, las exportaciones a Estados Unidos habían aumentado en un 25% y el sector no tradicional de las mismas había crecido en un 40%. Por dar un ejemplo especialmente significativo, el sector agropecuario (que muchos aseguraban sería destruido por este TLC) vio sus exportaciones aumentar en un 80%.
En la misma línea, la firma de un TLC con la India implicaría hacer nuestro aliado comercial a un país con más de mil doscientos millones de habitantes y más de US$500 mil millones en importaciones anuales, del que se espera que, para el 2050, cuente con un PBI que supere al de Estados Unidos.
Por otra parte, y hablando de abaratar, el caso de la India es el de un mercado donde un TLC haría una diferencia particularmente grande para el precio de nuestros productos. Como lo ha resaltado en estas páginas Guillermo Ferreyros, presidente de ComexPerú, el arancel promedio que tiene la India para los productos agrícolas es de 33,5% y para los productos no agrícolas de 10,4%. Con barreras así no sería de extrañar que el Perú deje de representar solo el 0,12% de las importaciones para ese país, y que los US$593 millones que actualmente le exportamos pasen a parecerse más, por ejemplo, a los que le exportan países cercanos con algún tipo de acuerdo comercial con la India, como Chile, con US$2.304 millones al año.
Por supuesto, la India no es el único país con el que deberíamos estar iniciando negociaciones. Hace también bastante tiempo se viene hablando, por citar dos casos, de iniciar negociaciones con Israel y con Rusia, dos importantes potenciales socios. Esperamos, por otro lado, que efectivamente se reanuden las negociaciones con Turquía y que, como ha anunciado la ministra, estas se inicien en los próximos meses con Indonesia.
“Cuando peor estén las cosas, más debemos insistir” dice el poema de Kipling. Y eso, para el caso, significa que cuanto más caigan los precios de nuestras exportaciones, más debemos esforzar por abrirles nuevos mercados que nos devuelvan, por efecto de volumen, los valores que exportábamos hace no tanto. En ese sentido el TLC con India sería una gran noticia que este gobierno debe esforzarse por firmar cuanto antes y por repetir luego con varios mercados más