“Alfredo Barnechea es el candidato más preparado de todos”, decía en una reciente entrevista el congresista y aspirante a la vicepresidencia por Acción Popular (AP) Víctor García Belaunde. La frase es repetida en forma constante por varios de sus simpatizantes. Pero si bien la persona del candidato no es estrictamente lo mismo que su candidatura, no deja de llamar la atención que el postulante a la presidencia referido como “el más preparado” sea a la vez el que menor preparación programática exhibe hasta el momento en su campaña electoral.
Barnechea ciertamente ha lanzado varias propuestas, todas las cuales, es cierto, guardan, en su generalidad, una cierta coherencia: significan mayor intervención del Estado en la economía. La profundidad con la que ha desplegado sus planteamientos en esferas oficiales, sin embargo, es sorprendentemente baja. Las 19 “barneideas” de su página web (término que usa para etiquetar sus propuestas) carecen casi por completo de desarrollo. Iniciativas importantes y complejas que cualquiera presumiría merecen una explicación detallada –como “medicinas gratis para el 70% de las enfermedades más comunes en Perú” o “salud de calidad gratuita como derecho universal de los peruanos”– parecen más una suerte de declamación al aire que una propuesta seria al no venir acompañadas de un mínimo de precisión sobre los costos –y sobre todo, las fuentes– de financiamiento, los responsables, el marco legal de sustento, el esquema temporal, etc.
Pero si los canales oficiales no tienen información sobre las propuestas, ¿quizá su equipo de trabajo sí la tenga? Es posible, pero recién lo sabremos la próxima semana cuando lo conozcamos. Restan apenas tres semanas para las elecciones y el equipo técnico que acompaña a Barnechea sigue siendo una incógnita.
¿De repente se pueda tentar mejor suerte en encontrar el detalle de sus propuestas en el plan de gobierno de AP? Parece una idea razonable, pero el desarrollo de las “barneideas” tampoco se encuentra ahí. De hecho, entre los cinco planes de gobierno de los candidatos que hoy lideran las encuestas, el de AP es ostensiblemente el más débil. Solo para continuar con el tema de la salud, baste con señalar que toda su visión del sector se resume en media página y siete propuestas de una línea cada una.
Al contrastar el plan de gobierno de AP con las declaraciones públicas de su candidato, por otra parte, resulta curioso encontrar pocas coincidencias. Ello tiene una explicación. Según declaró Barnechea, “el partido había organizado una comisión hace meses […] y votaron una declaración de plan de gobierno que no es la mía. Pero como era la del partido y está votada, la incorporamos, la presentamos al JNE. Pero yo hice una introducción a ese plan, que es una declaración de principios. Esa declaración de principios es lo que yo pienso”.
En otras palabras, cuando el candidato llegó al partido, el plan ya estaba ahí. Su contribución fue la introducción. Lo más grave del asunto no es solo que Barnechea no haya participado activamente en la elaboración del plan de gobierno que debería reflejar el programa del partido que representa y por el que solicita la confianza al Perú, sino que de alguna manera parece querer desmarcarse de él. Si Barnechea se ha preocupado en remarcar que la parte que él escribió “es lo que él piensa”, ¿no es justo inferir, por tanto, que no comulga con todo el resto?
No solo entonces las propuestas del candidato de Acción Popular carecen de un mínimo de desarrollo oficial –más allá de cualquier eventual entrevista– y su equipo técnico es desconocido, sino que ni siquiera se lo puede vincular al –ya pobre– programa de su partido. Y ahí donde no hay compromiso inicial con un programa, se hace más difícil saber qué esperar, primero, y qué cuentas poder exigir, después.
No deja de ser una gran ironía, en fin, que “el candidato más preparado” no haya preparado un plan que se conozca.