Editorial: El cuco de la concentración
Editorial: El cuco de la concentración
Redacción EC

“¡Ahí viene el cuco!”. Durante no se sabe cuántas generaciones los niños del mundo han escuchado esta frase, o una de sus variantes, de boca de un adulto cansado frente a alguna rebelión infantil. 

Como bien dice Ricardo Palma, “nacimos oyendo hablar del cuco”. Y ello no es por gusto. El del cuco es un recurso muy efectivo: se trata de un peligro mayor que automáticamente convierte en indispensable protector a quien estaba haciendo de enemigo en la mente del niño. Además, es un instrumento muy versátil: se puede usar igual ante cualquier circunstancia. ¿No quieres comer? Ahí viene el cuco. ¿Hay una pataleta? Ya llega el cuco. ¿Te resistes a bañarte? Ahí está el cuco.  

De más está agregar que más poderoso es el cuco cuanto de mejor manera haya sido contada su existencia.

Pues bien, esto que les funciona tan bien a los padres lo intentan a menudo los políticos. Por lo menos los que necesitan de un peligro mayor que retire la atención de la ciudadanía de ellos mismos o de algo que quieran hacer.  Típicamente, por ejemplo, los aspirantes a autócratas inflan la figura de algún enemigo social para recortar libertades ciudadanas con el consentimiento de la misma ciudadanía, en lo que constituye una transacción enormemente parecida a la que, cuco de por medio, sucede entre el adulto y el niño: tú me proteges y yo hago lo que tú me dices.

Ciertamente, resulta difícil no pensar en la figura del cuco cuando uno ve la llamativa manera en que el presidente Humala se viene refiriendo al tema de la así llamada “concentración de medios” que, a decir de algunos sectores y del gobierno, habría tenido lugar a raíz de la asociación del Grupo El Comercio (GEC) con el Grupo Epensa (GE). Una manera que delata que, al menos para su inconsciente, “la concentración” funciona como la salida ideal frente a cualquier pregunta que le resulte incómoda. 

Se le pregunta en una feria de libro qué ha leído últimamente y el presidente responde: “Estoy en contra de la concentración. Ya ve usted cómo estamos acá. No podemos ni apreciar la feria”. Se le pregunta qué piensa de las insólitas declaraciones que su cónyuge y principal asesora decidió dar a la (que no forma parte del GEC) y el presidente contesta que él solo se ocupa de las “cosas transcendentales”, arengando a los reporteros que lo siguen para que impidan que la prensa sea un “monopolio”. 

Naturalmente, el fantoche de la concentración que usa el está, como suelen estar los fantoches, hueco por dentro. Lo hemos dicho ya: no existe ningún nivel de influencia que un medio o grupo de medios pueda alcanzar que no dependa de una elección de los ciudadanos que lo consumen. El público decide qué lee y en qué cantidad conforme le parezcan mejor o peor los productos periodísticos que se le ofrecen y los diarios que competimos por su preferencia sabemos bien que esta es algo que se pierde o se gana cada día, todos los días. Vale la pena volver a recordar, en este sentido,  que hace tan solo una década el concentraba en sus manos el 29% del mercado nacional de prensa escrita, mientras que el GEC tenía solo el 10% de este. 

No se puede, pues, limitar la capacidad de un medio de llegar a tal o cual porcentaje de las preferencias de los lectores sin limitar al mismo tiempo el derecho de estos lectores a estas preferencias. Como tampoco se puede llamar “peligro para la democracia” al resultado de un sistema que está basado, al igual que ella, en la libre elección ciudadana. Ni, en fin, hablar de “monopolio” en un mercado donde hay decenas de competidores diferentes y donde la puerta está constantemente abierta a la llegada de nuevas empresas.

Ahora bien, ¿qué es lo que hace su gobierno mientras el presidente Humala continúa moviendo al cuco de la concentración como reflejo automático? Pues su gobierno sigue queriendo agitar el asunto en diversos foros, tratando de lograr la imposición de una limitación al número de lectores que pueda tener un grupo que ha sido opositor suyo en distintos temas (y que, de hecho, fue el primero en difundir el más grande escándalo que ha tenido el régimen: el ). Y así, hace pocos días, el embajador del Perú ante la declaró que estaba pensando llevar el tema en consulta ante la corte de la organización. Esto, luego de que la comisión que hace de antesala de esta corte se negase, ante el pedido de dos ONG, a intervenir en el asunto, que está ventilándose en el (PJ) peruano. En paralelo, el presidente de este PJ ha visto necesario pedir públicamente que se respete la autonomía de los jueces para resolver sobre la legalidad de la asociación GE-GEC y que no haya “interferencias nacionales ni internacionales”. 

Como se ve, entonces, aunque el fantoche de la “concentración” tenga solo un vacío adentro, puede ser usado muy bien para avanzar una agenda real. Y ello no debería ser sorpresa: como comenzamos diciendo, es precisamente para eso que se crean los cucos.