(Foto: Archivo El Comercio)
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Editorial El Comercio

La difusión de los videos y audios grabados subrepticiamente por el congresista de Fuerza Popular (FP) ha desencadenado, como todos sabemos, una investigación en el Ministerio Público, así como una denuncia constitucional contra los parlamentarios , y . Esta última viene tramitándose ante la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales del Congreso.

Más allá de los contornos de estos procesos, sin embargo, algunos de los congresistas del bloque de Kenji Fujimori –que enfrentan el riesgo del desafuero parlamentario– han empezado a plantear nuevos argumentos de defensa ante el propio Poder Legislativo y la opinión pública en general. Los mismos que tienen como eje protagónico a la persona que –en complicidad con el legislador Modesto Figueroa– los grabó a escondidas, el congresista Moisés Mamani.

Por un lado, han cuestionado la validez de los registros realizados por el legislador de FP, toda vez que estos habrían sido editados. Este ha sido el centro de las objeciones planteadas por el congresista Bienvenido Ramírez, quien se opuso a la visualización y audición de las grabaciones proporcionadas por el congresista Mamani a la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales, y a quien acusó en un comunicado difundido la semana pasada de estar “mintiéndole descaradamente al Ministerio Público, al Congreso de la República y a todos los peruanos”.

Fue precisamente el congresista Ramírez quien entregó a la subcomisión parlamentaria que estudia su caso una versión más extensa de la grabación entre Mamani y Fredy Aragón, ex gerente de Políticas de Sucamec, en la que se escucha al primero reclamar al Ejecutivo la gestión de un proyecto de su interés (el Proyecto Especial Binacional Lago Titicaca) a cambio de votar en contra de la vacancia del entonces presidente , además de jactarse de poder convencer a otros cuatros congresistas de votar en el mismo sentido.

Por su parte, el último domingo, Kenji Fujimori señaló en una columna de opinión publicada en el diario “La República” y en una entrevista televisiva en el programa “Día D” que su error fue haber caído en la trampa preparada por el congresista Mamani, quien habría estado ofreciendo activamente su voto en contra de la vacancia para obtener réditos personales.

“Fue él [Mamani] quien me buscó en mi oficina del Congreso. Fue él quien trajo a colación por dos veces, como puede verse en su propia grabación, la pregunta de qué beneficio obtendría en caso de sumarse al grupo”, escribió Kenji Fujimori, y añadió: “Debí echarlo de mi oficina en el instante mismo en que preguntó qué ganaría él. Mi equivocación fue la debilidad de escuchar su sucio chantaje”.

La defensa de los parlamentarios en cuestión, entonces, pareciera ser argumentar que el congresista Mamani habría tenido motivaciones inescrupulosas a la hora de reunirse con ellos para discutir los pormenores del segundo intento de vacancia al presidente Kuczynski, y que estas reuniones habrían sido iniciativa suya. Sin embargo, el problema no es solo que Mamani haya actuado con malicia al buscar a sus interlocutores y requerirles ciertas prebendas como compensación por alienar su voto en el hemiciclo, sino que dicha exigencia haya encontrado eco. Así, la oferta de votos y demanda de favores de Mamani empató con la demanda de votos y oferta de favores de Fujimori, Ramírez y Bocángel, propiciando una transacción tan armónica como inescrupulosa.

Dicho de otra forma, si el congresista Mamani acudió a Fujimori y compañía para negociar favores políticos y económicos a cambio de su voto, fue probablemente porque presumía que estaba lidiando con comerciantes prestos a la transacción. Y, al parecer, no se equivocó: recordemos que en los videos difundidos originalmente a fines de marzo, se aprecia al congresista Bocángel ofreciéndole a Mamani lugares de privilegio en la Mesa Directiva del Congreso (una reunión en la que Kenji Fujimori también estuvo presente), y al congresista Ramírez asegurándole que una buena relación con PPK –gestionada, según Ramírez, por Kenji– le conseguiría muchas obras públicas para su región, y el nombramiento de funcionarios.

El mea culpa del parlamentario Fujimori resulta, entonces, además de extemporáneo, un tanto corto. Tanto él como los congresistas Ramírez y Bocángel parecen olvidar que no se puede culpar al anzuelo de que el pescado quiera comérselo.