El congresista de Acción Popular, Yonhy Lescano, fue uno de los promotores de la interpelación en contra de Martín Vizcarra. (Archivo El Comercio)
El congresista de Acción Popular, Yonhy Lescano, fue uno de los promotores de la interpelación en contra de Martín Vizcarra. (Archivo El Comercio)
Editorial El Comercio

Dos vistosos despliegues de las destrezas de baile del congresista Yonhy Lescano llamaron la atención de quienes transitaban por el Centro de Lima la semana pasada. El parlamentario puneño se unió a los músicos que tocaban danzas típicas frente al Palacio Legislativo y sus pasos fueron grabados en un video que se convirtió en viral en las redes sociales al poco tiempo.

Esta semana no hubo bandas ni bailes en la plaza Bolívar, pero al parecer el congresista Lescano no quería que el show –y la atención mediática subsecuente– terminase.

El legislador de Acción Popular ha vuelto a generar noticias a partir de su apresurada iniciativa para interpelar a Bruno Giuffra, a apenas siete días de haber asumido la cartera de Transportes y Comunicaciones. Ello a raíz del anuncio del ministro de prorrogar por tres meses la suspensión de la adenda del contrato del aeropuerto de Chinchero.

“Así tenga un minuto o dos en el gobierno, si el señor hace actos temerarios como el que pretende hacer alargando tres meses al pueblo de Cusco que está paralizado […] Obviamente nosotros tenemos que tomar acciones”, manifestó Lescano intentando justificar su premura. “Por eso, el lunes empezaremos a juntar las firmas para interpelarlo”, añadió el parlamentario, sosteniendo que contaba con el respaldo de su bancada y la del Apra.

Esto último no parece ser del todo cierto, sin embargo. El congresista Jorge del Castillo ha calificado como “poco serio” el planteamiento de Lescano. Y otros cuestionamientos han surgido desde distintas tiendas políticas. La congresista Úrsula Letona, de la bancada mayoritaria de Fuerza Popular, ha señalado que “hablar de una interpelación con un ministro de una semana puede ser prematuro. Quisiera escuchar al ministro Bruno Giuffra. Le otorgaría el beneficio de la duda y un poco más de tiempo”. Y el oficialista Juan Sheput, por su parte, afirmó en relación con la iniciativa de Lescano que “la interpelación ya no es un instrumento que busque determinar la verdad de asuntos importantes públicos. Ahora se ha convertido en un juguete para algunos”.

Ciertamente, no parece que el anuncio de Lescano haya sido el resultado de un ejercicio meditado y responsable, como demanda el uso de una herramienta de control político de no menor gravedad como la interpelación. Más aun, si se tiene en cuenta que lo comunicado por el ministro Giuffra es que aún no existe una determinación final respecto del contrato del aeropuerto de Chinchero y que, precisamente por eso, han optado por ampliar la suspensión de la adenda con el objetivo de “tener un espacio de revisión de todas las opciones. Eso no supone seguir con el contrato, anular el contrato, renegociar. Hay varios caminos que se están estudiando”.

Como hemos comentado en esta misma página, la decisión del ministro no hacía otra cosa que confirmar la indefinición que campea en el Ejecutivo con relación a este asunto. Pero, aun cuando la actitud dubitativa del gobierno pueda ser criticable, proponer una interpelación sin conocer el planteamiento final del ministro Giuffra y sus razones parece mostrar una actitud resuelta pero más grave. La de quien está determinado a buscar cualquier excusa para golpear a sus rivales políticos y ganar protagonismo.

Al no contar con mayor respaldo por el momento, es probable que la iniciativa de Lescano no prospere. Pero su más reciente exhibición parece demostrar, lamentablemente, que pedirle a un político un poco de mesura cuando hay cámaras al frente es más difícil que pedirle a un fanático del baile que se mantenga inmóvil cuando la música empieza a sonar.