Este martes, la presidenta Dina Boluarte sostuvo una importante reunión con miembros del Consejo de la Prensa Peruana (CPP) y representantes del Colegio de Periodistas del Perú. En ella se comprometió, a nombre del Gobierno, a respetar las libertades de prensa y expresión, y a encabezar una gestión transparente. Se mostró, además, dispuesta a firmar la Declaración de Chapultepec, un gesto que, de materializarse, sería sumamente positivo.
El referido documento, que data de 1994 y ha sido ya firmado por más de 100 gobernantes, enumera principios fundamentales –como el que señala que “no hay personas ni sociedades libres sin libertad de expresión y de prensa”– y su aprobación por parte de quien hoy ejerce el poder garantizaría su vigencia en el país. Cabe recordar que, en setiembre del 2021, esta declaración le fue alcanzada también al entonces presidente Pedro Castillo, quien nunca se avino a firmarla so pretexto de que, más bien, tenía que ‘evaluarla’ primero. Una actitud consistente con el maltrato que su gobierno les dio a los periodistas y a los medios independientes en general, y con la nula transparencia que lo caracterizó.
Conviene tener presente, sin embargo, que semejante hostilidad hacia la prensa fue compartida por las personas más representativas de esa administración: voceros de Palacio, ministros y, ciertamente, por la vicepresidenta… La señora Boluarte, en efecto, tuvo una inolvidable intervención en setiembre del año pasado durante una inauguración de una planta de oxígeno medicinal en el hospital San José del Callao.
En aquella ocasión, los reporteros presentes le preguntaron con insistencia por determinadas fotografías y textos alusivos a Sendero Luminoso y al genocida Abimael Guzmán en el Facebook de quien en ese momento se desempeñaba como jefe de un gabinete que ella integraba: el congresista Guido Bellido. En esas anotaciones, Bellido llamaba a Guzmán “presidente Gonzalo”, de manera que no había forma de minimizar la gravedad del trance. La entonces vicepresidenta y ministra de Desarrollo e Inclusión Social, no obstante, tras tratar inútilmente de esquivar la justificada preocupación de los periodistas, se enredó en una proclama oscurantista y lamentable que mereció el repudio de tirios y troyanos.
“¡Basta, basta a los señores de la prensa! Seamos proactivos, positivos; seamos propatria peruana”, clamó indignada. Y luego, tras reclamar un trabajo supuestamente “hermanado” entre el Gobierno y la prensa libre, añadió: “La prensa sigue dando vueltas con las mismas preguntas que no hacen bien a la sociedad”.
La cantidad de desatinos contenidos en su arenga es pasmosa. ¿Periodismo “hermanado” con el gobierno de turno? ¿”Preguntas que no hacen bien a la sociedad”? La prensa independiente se llama así porque su deber es fiscalizar a quien ejerce el poder, no hermanarse con él. Y las preguntas “que hacen bien a la sociedad” son aquellas que ponen en evidencia las marcas dignas de alarma en quienes sostienen las riendas del poder (como, por ejemplo, su afinidad con una gavilla asesina y terrorista como Sendero Luminoso), no las que les permiten dar la impresión de que son los benefactores desinteresados de la ciudadanía.
En esa época, no tan remota, la señora Boluarte era una encarnación de aquello que popularmente se resume con la expresión “Jalisco nunca pierde” y ahora, por el contrario, quiere firmar la Declaración de Chapultepec. Muy bien. Nunca es tarde cuando se cambia para mejor. Y los contactos que ha tenido con los medios desde que asumió la presidencia (en tres semanas de gestión ya ha dado más entrevistas que las que concedió su antecesor en 16 meses) parecen confirmarlo. Pero no por eso vamos a dejar de estar vigilantes frente a su disposición –y a la del Ejecutivo en general– hacia la prensa. Una cosa es anunciar que se quiere viajar de Jalisco a Chapultepec; y otra muy distinta es recorrer efectivamente ese trayecto.
La presidenta Boluarte da señas de haber cambiado su actitud hacia la prensa para bien, pero no hay que olvidar que de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno.