Hasta anoche, se habían confirmado 17 casos de COVID-19 en el país. (Foto referencial: AFP).
Hasta anoche, se habían confirmado 17 casos de COVID-19 en el país. (Foto referencial: AFP).
/ ORLANDO SIERRA
Editorial El Comercio

A menos de una semana de la confirmación , el problema ha escalado seriamente. Al momento de escribir estas líneas se sabía ya de 17 casos diagnosticados y de una buena cantidad de otros pacientes cuyas pruebas estaban todavía en proceso de análisis. El virus, además, ya no está solo en Lima, sino que ha llegado a diversos puntos del territorio nacional, como , e .

La situación no es desesperada, pero previsiblemente se hará más complicada antes de empezar a mejorar.

Ante este cuadro, el Gobierno anunció ayer algunas medidas para contener la propagación del virus. Según precisó el presidente en conferencia de prensa, estas son al Ministerio de Salud para la adquisición de vehículos, insumos médicos y otros equipos biomédicos, así como para la contratación de personal adicional al normalmente asignado para atender emergencias como esta; la postergación del inicio del año escolar (para colegios nacionales y particulares) ; una transferencia de 165 millones de soles del Ministerio de Educación para la adquisición de kits de higiene a ser distribuidos en los centros educativos de todas las regiones, y el aislamiento domiciliario de toda persona que entre al Perú proveniente de Italia, España, Francia y China a partir de su salida del país de procedencia.

Se trata de una reacción atinada –a diferencia de la del viernes pasado, que buscaba llamar a la calma, pero produjo todo lo contrario– frente a un mal que la Organización Mundial de la Salud (OMS) acaba de y que nos permitirá seguramente enfrentarlo en mejor pie que otras naciones que no tomaron las precauciones a tiempo y ahora, lamentablemente, sufren las consecuencias.

Cabe señalar, no obstante, que resulta fundamental que las mencionadas disposiciones vengan de la mano con un cumplimiento escrupuloso de parte de la ciudadanía de todas ellas y de otras recomendaciones (como la de lavarse las manos de forma concienzuda y reiterada) divulgadas antes. Ello incluye que el anunciado cierre de los colegios no sea interpretado como una prolongación de las vacaciones, sino como una oportunidad para evitar mayor exposición al virus. De hecho, en Italia –uno de los lugares donde el efecto del COVID-19 ha sido más devastador– muchas personas optaron por pasar por alto las restricciones planteadas por el Gobierno Italiano aumentando el riesgo.

Desde el lado del Gobierno, lo que se espera es un manejo políticamente aséptico del problema. Es decir, ajeno al afán de ganar o perder puntos de aprobación en las encuestas a partir de las medidas y los anuncios que este trance demande. Como decíamos antes, no fue lo que pareció ocurrir con el reporte del caso del paciente cero, pero la enmienda es positiva y oportuna.

Las lecciones que podemos extraer de este episodio, por otra parte, también son importantes. No solo para el tratamiento público de otras epidemias que, a pesar de esparcirse por formas de contagio distintas (como el dengue), ponen en evidencia carencias semejantes a las que estamos verificando en esta ocasión, sino para catástrofes cuya ocurrencia es tan indeseable como inevitable en algún punto del futuro. Nos referimos a terremotos, huaicos o inundaciones: desgracias que azotan cíclicamente a nuestro país y lo seguirán haciendo.

¿Podemos enfrentar, como Estado y como sociedad, esta calamidad maduramente y en serio? Eso es lo que está en juego en estos días. Y las disposiciones dictadas ayer permiten un cierto optimismo al respecto. Esperemos que los días y las semanas venideros confirmen la esperanza que asoma en medio de este dramático escenario.