Editorial El Comercio

Un informe del programa “Panorama” divulgado este domingo ha vuelto a colocar el problema de la deshonestidad intelectual en el corazón de los cuestionamientos que se le hacen a este gobierno. De acuerdo con el referido espacio periodístico, que el actual presidente y su esposa Lilia Paredes presentaron en el 2012 para optar por el grado académico de magíster en la Universidad César Vallejo sería plagiado. Tal fue el resultado que arrojó el paso del documento “La equidad de género y los aprendizajes significativos del área de personal social en los estudiantes del IV ciclo de la institución educativa N° 10465 Puña, Tacabamba, Chota, Cajamarca” por el software Turnitin, utilizado en el mundo entero para detectar precisamente este tipo de faltas.

El reportaje hacía hincapié en que las 26 páginas de las que consta el marco teórico, en particular, fueron copiadas en su totalidad de trabajos de autores extranjeros o nacionales que no fueron citados, lo que sugeriría un esmerado trabajo de ‘copy and paste’ que le da a la denuncia un cariz aún más grave.

El destape tiene, por supuesto, visos de escándalo, pero la verdad es que no sorprende. Tiene visos de escándalo porque hablamos de un jefe del Estado que no solamente es maestro, sino que durante la campaña y lo que va de su gobierno ha tratado de hacer de esa condición un emblema del compromiso de su gestión con la educación (compromiso que ha quedado mellado luego de que se denunciara que las respuestas para el examen para el nombramiento de docentes del año pasado fueron filtradas ilegalmente). Pero no sorprende porque hemos conocido ya denuncias semejantes que afectan a otros representantes del Ejecutivo. Particularmente –vaya ironía– al ministro de Educación, , y a la titular de Trabajo, .

A propósito de Serna, el programa “Cuarto poder” reveló el mes pasado que el 74% de la tesis que presentó para obtener el doctorado en Psicología Educacional no era original. Y en lo que concierne a Chávez, nuevamente “Panorama” reveló que el 49% de su tesis para graduarse de abogada coincidía con otros textos que no habían sido citados adecuadamente. En ambos casos, el instrumento que permitió detectar las faltas fue el ya mencionado software Turnitin. Y hasta el momento, ninguno de los dos ministros con acusación de plagio ha proporcionado explicación válida alguna sobre aquello que se les imputa.

A este alarmante cuadro, además, habría que añadirle la denuncia del con relación al proyecto presentado por el Ejecutivo para que, a través de una reforma constitucional, se permita convocar a un referéndum que abra el camino a una asamblea constituyente. El abogado, como se sabe, ha señalado que el texto de la iniciativa incurre en plagios de un reciente trabajo académico suyo. En este caso, por cierto, la principal responsabilidad recaería sobre el Ministerio de Justicia, cuyo titular ha reducido lo que a todas luces es un problema de apropiación de la propiedad intelectual de otra persona a un mero .

Para nadie es un secreto que los plagios de este corte son un viejo compañero de los políticos y las autoridades en nuestro país. Por citar solo dos ejemplos, recordemos las acusaciones sobre el particular que afectaron en su momento al líder de Alianza para el Progreso, (quien, dicho sea de paso, es dueño de la universidad que les dio el título de magíster al actual mandatario y a su esposa por los presuntos méritos de la tesis cuya originalidad ahora se cuestiona), y recientemente también al magistrado del Tribunal Constitucional .

Lo extendido de un comportamiento así, sin embargo, no puede ni debe contribuir a su “normalización”. El problema es grave; y en el caso del presidente de la República, gravísimo, pues lo que está en juego aquí ya no es solo la ilegitimidad del recurso del que habría echado mano para hacerse de un título que no le correspondería, sino el valor de su palabra de gobernante-maestro. Devaluada y desmentida reiteradas veces desde que asumió el poder, ahora resulta que también es copiada.

Editorial de El Comercio