En la imagen, el congresista de Fuerza Popular, Luis Cordero Jon Tay, señalado por violencia contra la mujer, y la legisladora de Acción Popular, Karol Paredes, titular de la Comisión de Ética (Fotos: Congreso).
En la imagen, el congresista de Fuerza Popular, Luis Cordero Jon Tay, señalado por violencia contra la mujer, y la legisladora de Acción Popular, Karol Paredes, titular de la Comisión de Ética (Fotos: Congreso).
/ Congreso
Editorial El Comercio

En el Perú, lamentablemente, hay cosas que nunca cambian. Una de ellas es la costumbre de los congresistas, independientemente del partido que integren, de blindarse entre ellos en una práctica conocida como ‘otoronguismo’. Otra es la ceguera que exhiben nuestras autoridades, de distintos poderes e instituciones, cuando se trata de acoger una denuncia por violencia de género. Esta semana, en el Congreso de la República, se amalgamaron ambas taras para brindarle a la ciudadanía un espectáculo vergonzoso en el que a cada abyección se le sumaba una nueva.

Dos semanas atrás, “Panorama” informó que el congresista de Fuerza Popular Luis Cordero Jon Tay figuraba en un parte policial del 2014 por a su ahora expareja en una calle de Miraflores. Según el documento, la víctima afirmó que Cordero Jon Tay le había jalado de los cabellos, tirado al piso y propinado puntapiés en el cuerpo.

Si lo anterior de por sí ya resultaba gravísimo, lo que hemos conocido este fin de semana es simplemente estremecedor. Según al programa periodístico, aquella no fue la primera vez que el hoy parlamentario la habría agredido y, además de los golpes, también la habría acosado, amenazado y publicado un video íntimo de ella en Internet. Una serie de imputaciones alarmantes de la que no se libra la hermana del denunciado, la también congresista fujimorista María del Pilar Cordero Jon Tay, quien según la víctima le habría reconvenido con un: “Para qué te metes con él, pues”.

El tema no se agota allí, pues el parlamentario habría enviado un emisario para hacer control de daños antes de que los reportajes de “Panorama” fueran emitidos. “Me ofrece pagarme los siete años que he trabajado para ellos con el compromiso de que no diga nada al respecto. […] Después de eso, empezaron a llenarme de mensajes, de llamadas, diciéndome que tenga cuidado, [que] por si acaso él está en la Comisión de Inteligencia”, narró la expareja del legislador.

Pues bien, frente a un testimonio sobre una serie de comportamientos tan abyectos como los difundidos, lo que hemos tenido de parte de la Comisión de Ética del Congreso ha sido una respuesta igual de abyecta. El lunes, dicho grupo de trabajo contra el legislador Cordero Jon Tay por cinco votos en contra, seis abstenciones y apenas dos a favor. Los que se opusieron fueron los legisladores de Fuerza Popular Mery Infantes, Jorge Morante y Juan Carlos Lizarzaburu, además de los acciopopulistas Luis Aragón y la titular de la comisión, Karol Paredes. La vergüenza, por supuesto, también alcanza a quienes se abstuvieron, como María Agüero (Perú Libre), Diego Bazán (Avanza País), Rosío Torres (APP), Hitler Saavedra (Somos Perú), Javier Padilla (Renovación Popular) y Carlos Anderson (Podemos Perú).

Entrevistada dos noches atrás en RPP, la legisladora Paredes efectuó una defensa legalista para respaldar la decisión del grupo de trabajo que preside: que el reglamento estipula que las investigaciones se realizan para los actos de los legisladores que ocurren cuando están en funciones, y no antes. Ello, a pesar de que, como hemos visto, la expareja del legislador Cordero ha denunciado que este trató de persuadirla a través de un tercero para que no secundara la denuncia periodística y que, cuando vio que su ofrecimiento no prosperaría, procedió a amenazarla. En la Comisión de Ética, sin embargo, ni siquiera decidieron analizar el tema; lo mandaron al archivo. Aunque posteriormente la legisladora Paredes ha afirmado que la decisión , en un claro intento por apagar las críticas.

Por supuesto, la responsabilidad también alcanza a Fuerza Popular, que parece no haber tenido el cuidado de revisar los antecedentes del legislador señalado cuando en el quinquenio pasado ya había albergado a parlamentarios , como o .

Los maltratadores de mujeres –vale recordar– no son solo aquellos que las jalan de los cabellos o les propinan puntapiés, sino también quienes pudiendo hacer algo al respecto eligen mirar hacia otro lado. En la Comisión de Ética del Congreso, tristemente, parecen haberse decantado por el maltrato.

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